miércoles, 17 de junio de 2015

¿HABEMUS PAPAM?

Ya he dicho en algún sitio antes que después del mayo francés del lejano año 68, apartados de los centros de poder, los pocos intelectuales independientes que quedaron, en su impotencia ejecutiva, acabaron por devenir en parafernálicos oráculos de tercera, ocupados en descifrar los posos del café o las vísceras de los animales. Tras un breve periodo con su punto acertado de interés reflexivo, muchos de los que se autodenominaron postmodernistas ( mejor dicho parte de sus seguidores ), se convirtieron en obsesivos devoradores del verbo humano convencidos de que en él radicaba el espíritu humano: que "la realidad es el lenguaje", en vez de lo que me parece más cierto "la realidad es lo que se resiste" Se creyeron aquello de que “En el principio era el verbo” y copiaron lo que hacían magistralmente los sumos sacerdotes de las iglesias que, a su vez, habían copiado lo peor de las técnicas de mayeúticos y sofistas de tres milenios atrás: dar vueltas a las palabras… pero esta vez, para confundir, no para aclarar. Desmenuzaban y comían ansiosos la palabras de Dios y los hombres pensando que así ingerirían el espíritu y comprenderían, entonces, al hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Podrían revelar su esencia. No vamos a negar sus notables descubrimientos que contribuyeron en esas décadas, lógicamente, a desvelar todavía más las trampas de la dominación. Hablamos de Derrida, Wittgenstein, Loureau, Foucault, Deleuze, Guattari… (continuadores a su vez de las obras y denuncias de Fromm o Marcuse) pero si dejar constancia de que una parte de ellos –sobre todo, discípulos- , tomaron la parte por el todo y extraviaron su búsqueda por caminos absurdos hacia la nada, en la que aun continúan, como hace ya dos décadas mostró Sokal. Esas tareas de minuciosos orfebres en las que pierden la vista suponen el aislamiento del intelectual, su conversión en una rueda sin fin que gira sobre sí misma hasta marearnos o formar un agujero negro que confunde y engulle sin afectar para nada al poder, que los convierte en espectáculo turístico a descubrir. Un artículo editorial y ritual de expiación y consuelo más. Sus resultados son los partos de los montes. ¿Qué descubre ya de práctico para los problemas de la sociedad, después de Saussure, Chomsky, Eco, Baudrillard, Estructuralistas y Hermenúticos, el lingüista o semiólogo del siglo XXI, además de metáforas? ¿Cómo puede pensar que esa tarea es primordial? ¿No darse cuenta que transformar exige algo más que ser sexador de pollos o hablar, año tras año, del sexo de los ángeles? ¿Es por el suplemento del sueldo de docentes al publicar esos suplementos ritualísticos inmovilistas?. ¿Intelectualismo amarillo? ¿Desencantamiento? ¿Cansancio existencial?... Saque el lector sus conclusiones. En mi opinión, la función de los intelectuales ni siquiera es ya la de ofrecer el alimento teórico a cada generación nueva de modo que alguna de ellas logre finalmente digerirla y aprovecharla: ¿Cuándo la sociedad ha metabolizado a Sócrates?. Nunca lo ha hecho ni lo hará. Sigue siendo indigesto. Esa clase de comida es vomitada o expulsada por “lo bajini”. Nietzsche, Sloterdijk, Camus y miles de intelectuales hace mucho tiempo que lo revelaron ¿A qué seguir por los mismos caminos? ¿No hay otros? ...Si hasta la iglesia católica en la encíclica verde que publicará mañana “Laudamos, si” parece comunista. No se donde estará la trampa. Habrá que leerla… Y prometo que sí se les ha colado un quinto columnista en el vaticano, me haré la tonsura.. o la circuncisión, que Crucificado ya estoy. Chimbo, dixit. Por cierto, tengo una mancha resistente de pan de aceite con chorizo que no logro quitar. He probado varias soluciones y sigue ahí pegadita a mi mejor ropa. Agradeceré se me diga. Razón en este blog.

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