domingo, 9 de agosto de 2015

A OLALBA. Tu mata de pelo

Hay poemas que hay que leerlos tranquilos, y dos veces al menos, para poder sentirlo. Para poder ponerse en la piel erizada -"el cuero enchilado" que dicen los mexicanos- del sentimiento del poeta cuando lo escribía. Es el caso de éste de Góngora, tan sencillo como sentido; cantarín y bonito. BUEN GUSTO, quien tu sabes. TU MATA DE PELO -Era chiquita y bonita como la flor del almendro-... Era chiquita y bonita como la flor del almendro; almendrico, almendrero. Zarcillitos de aljófar columpiaban el viento ... Como la flor del almendro ¡Ay, sí! Como la flor del almendro ¡Ay, no¡, vino el relente marcero y el almendrito se heló. Y ahora dime, buen amigo: ¿Qué haré yo tan solito y sin compaña que me dé conversación?. ¡Flores de almendro! ... Flores de almendro en la frente, en los carrillos, y en la punta de los deos. Era aquella a la que un día dijo al pasar el barquero, una mano en la cintura y la otra mano en el remo, "que a las muchachas bonitas no les cobraba dinero". Aunque nunca me lo dijo, ¡Ay, no!, yo sé bien que me quería, ¡Ay, sí!. Calle abajo y calle arriba para verme de vení, er visillo levantaba su mano de serafín; y cuando ya estaba lejos ¡Ay, sí! para que no me marchara, ¡Ay, no! tan despacio y serenita se salía a su balcón : mirándome de rabillo bordaba en el bastidor. ¡Válgame Dios de los Cielos, La Virgen de los Palmares y el que inventó los tormentos!. ¡Qué bonita era su cara y qué bien hecho su cuerpo, corno plata cordobesa de las manos de un platero!; delgadita de cintura como junco marinero; los ojos como la mora y el colorcito moreno ... ¡Ay, el colorcito moreno!. Los pies como dos milagros, y azabache el largo pelo; en la boca le brillaban piñoncitos piñoneros. Diez y seis años tenía; , diez y seis capullos tiernos; y se llamaba, llamaba, Francisca Sánchez Romero. Calle de las Cuatro Fuentes, la que hace esquina al convento, con sus cancelas caladas y el escudón berroqueño ... Del roce de mis zapatos comidas tus losas tengo; tus veinticinco portales, -¡mira tú qué bien los cuento!- como veinticinco lobos se me colgaban del cuello; veinticuatro me sobraban si uno solo estaba abierto. Calle de las Cuatro Fuentes, ¡Ay, sí!, esquina de aquel convento, ¡Ay, no!, eran tus cuatro faroles los clavos de mi pasión ... ¡Qué pena tengo, Francisca, Francisca Sánchez Romero, hija de don Juan Antonio, coronel de un Regimiento! Yo me quería casar contigo, y soñé despierto: en vez de tu igual, yo no era más que un mocito barbero, y tus padres te querían monjita de un monasterio. Una tarde de verano, te sacaron a paseo... Una tarde de verano, -¡Dios, cómo la recuerdo¡- una tarde de verano, te sacaron a paseo. Desde el zaguán del Maestrante ví de salir el cortejo: eras una nube blanca entre nubarrones negros; mantilla de tafetán y jubón de terciopelo; pulseritas en los brazos y anillitos en los dedos. Con el sombrero en la mano yo iba siguiendo a lo lejos calle de las Cuatro Fuentes como quien, sigue a un entierro. Al revolver de la esquina estaba el convento abierto. Salieron todas las monjas, todas vestidas de negro, en dos filas las profesas, la Abadesa presidiendo con un báculo de plata y una cruz verde en el pecho ... Todas las monjas...¡qué pena!... todas vestidas de negro. Te cogieron de la mano y te 1levaron pa dentro; te empezaron a quitar 1os adornos de tu cuerpo; ¡adiós pulseras y anillos, que ya nunca mas los veo!; enaguas encañonadas y encajes de tanto precio; abaniquito de nácar y broche de camafeos; zapatitos de charol y gargantillas del cuello ... Pero lo que más sentías era tu mata de pelo, "¡No la cortes, Abadesa! ¡No la cortes, que me muero!". Tijeras de plata y oro ¡tris, tras; tris, tras¡, no te oyeron; ¡tris, tras!... y a mí me cortaban venas, tendones y nervios ... Francisca Sánchez ... Francisca Sánchez Romero ... ¡lo que más sentías tú! era tu mata de pelo!... Negra, sedosa y tan larga, que te llegaba hasta el suelo como un pedazo de noche caído del firmamento ... ¡Tris, tras, ay, sí! ¡ Tris, tras, ay, no! Tijeritas de oro y plata, acabad ya, por favor, y cortadme de una vez las venas del corazón. ¡Válgame el Dios de los cielos la Virgen de los Palmares y el que inventó los tormentos! Entre un "aciprés" y un sauce, entre un pozo y un lucero, cavando estarán tus manos tu sepultura en el huerto, presa en la Cruz de tus rejas y amortajada en tus velos... ¿Qué estarás haciendo ahora, Francisca Sánchez Romero? ¡Que ahora dicen que te llamas María del Sacramento!. ¡Ay, de tu cíntura fina como junco marínero! ¡Ay, de tus piñones blancos! ¡Ay, de tu color moreno! ¡Ay, de los ayes del mundo! ¡Ay, de tu mata de pelo! ¡Tu mata de pelo!. ¡¡Ay, quién la tuviera ahora para enroscársela al cuello!!. ¡Qué mundos aquellos!. un caso más de arbitariedad sistemática. Lo que digo siempre :LAS SOCIEDADES (LOS PODERES, empezando por algunos padres y madres) MUCHAS VECES SON VERDADEROS CRIMINALES SUELTOS. Lástima que los anarquistas estén tan resentidos. Tienen motivos, pero con la cabeza un poco más fría y menos temperamental ante las injusticias y barbaridades conseguirían que LA LIBERTAD importara y se protegiera más. Yo, también.

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