lunes, 3 de agosto de 2015

RUBEN DARIO Y...¿? (modificado)

Flipo "cantidubi" con los Poetas. Ss vidas amorosas son de película. Originales por demás. Les suceden cosas rarísimas. Me dicen que el resto de las personas sienten y aman igual.. y que les pasan cosas parecidas o peores. Pero nadie me las cuenta y, por cómo hablan, yo deduzco que "nanay del Paraguay". No tendría lógica. Por algo son Poetas. Viene esto a cuento de Ruben Dario. No tengo tiempo y estoy algo cansado de teclear pero os recomiendo que leáis su biografía ( Una vez más, la he oido casualmente). Luego, ¡Pensad en mí!. LAMENTO NO LOGRAR SUBIR LAS FOTOS DE LOS PROTAS.YO, SOLO CON VERLAS ME LO IMAGINO TODO. VEDLAS EN INTERNET. OID AHORA ESTOS BREVES RETAZOS DE SU AZAROSO PERIPLO SENTIMENTAL..... En 1890, contrae matrimonio civil con Rafaela Contreras. El matrimonio durará sólo tres años por la prematura muerte de su esposa. Al igual que su padre, el poeta abusa continuamente del alcohol. Tres meses meses después de fallecida su esposa, Darío se vería "obligado" a casarse con su amor de juventud(La GARZA MORENA de sus poemas)a la que, aun estando -de siempre- emocionalmente unido y comprometido, había "dejado" al enamorarse súbitamente de Rafaela en un viaje. "...El hermano de la garza morena, maquina el plan de casarla con Rubén. Conoce el carácter timorato del poeta y la abulia a que queda reducido bajo la acción del alcohol. Traza el plan a su hermana y ésta lo acepta. Al atardecer de un malhadado día, Rubén está entregado inocente y honestamente a los requiebros amorosos con la garza en una casa situada frente al lago. De repente, aparece el cuñado, que desenfunda un revólver y con insolentes palabras lo amenaza con ultimarlo si no se casa. El poeta, desconcertado y sobrecogido de miedo, se ofrece hacerlo. Y como todo está preparado, llega el cura. Se ha hecho tragar whisky a Rubén y en ese estado se procede al matrimonio religioso, único autorizado en Nicaragua, el 8 de marzo de 1893. El poeta no se da cuenta del SÍ que ha pronunciado. El embotamiento de sus sentidos es completo, y cuando, al amanecer, recobra la razón está en el lecho conyugal con la garza morena, bajo la misma manta. Ni protesta, ni se queja; pero se da cuenta de que ha sido víctima de una perfidia, y que aquel suceso va a pesar como un lastre de desgracia en su vida."..... SIGUE LA VIRGUERÍA..... Herido por semejante acción, Darío se va, y tiempo después, para poder casarse con la joven española que ha conocido en Madrid, Francisca, y hecho su amante-esposa con condescendencia de los padres de ésta(es 1898), promoverá que en su pais, Nicaragua, se apruebe una ley que permita declarar nulos los matrimonios que lleven 2 años sin verse. La garza morena no se lo permitirá. Lo seguirá por medio mundo y se las apañará para estar con él de manera que nunca se cumplan los dos años..... Bastantes cosas sugieren que no le dejaba en paz solo para sacarle dinero(¿También por orgullo y vanidad;y por seguir en el candelero?). Finalmente, parecía que 10.000 francos -pedidos por ella y aceptados por Rubén- iban a sellar el divorcio. Pero entonces subió la cifra a 50.000 y cuando el poeta también aceptó, la garza exclamo "dígale a Rubén que me alegro mucho que tenga tanto dinero pero que no me divorcio ni por todo el oro de Rotschild" LEED LEED..... NARRACIÓN DE DARIO: PALOMAS BLANCAS Y GARZAS MORENAS. ....Los cambios fisiológicos que en mí se sucedían y las agitaciones de mi espíritu me conmovían hondamente. ¡Dios mío! Soñador, un pequeño poeta como me creía, al comenzarme el bozo, sentía llena de ilusiones la cabeza, de versos los labios, y mi alma y mi cuerpo de púber tenían sed de amor. ¿Cuándo llegaría el momento soberano en que alumbraría una celeste mirada el fondo de mi ser, y aquel en que se rasgaría el velo del enigma atrayente?. ¡Musa ardiente y sacra para mi alma, el día había de llegar! Elena la graciosa, la alegre garza morena, ella fue el nuevo amor. ¡Bendita sea aquella boca, que murmuró por primera vez cerca de mí las inefables palabras!. Era allá, en una ciudad que está a la orilla de un lago de mi tierra, un lago encantador, lleno de islas floridas, con pájaros de colores. Los dos solos estábamos cogidos de las manos, sentados en el viejo muelle, debajo del cual el agua glauca y oscura chapoteaba musicalmente. Había un crepúsculo acariciador, de aquellos que son la delicia de los enamorados tropicales. En el cielo opalino se veía una diafanidad apacible que disminuía hasta cambiarse en tonos de violeta oscuro, por la parte del oriente, y aumentaba convirtiéndose en oro sonrosado en el horizonte profundo, donde vibraban oblicuos, rojos y desfallecientes los últimos rayos solares. Arrastrada por el deseo, me miraba la adorada mía y nuestros ojos se decían cosas ardorosas y extrañas. En el fondo de nuestras almas cantaban un unísono embriagador como dos invisibles y divinas filomelas. Yo extasiado veía a la mujer tierna y ardiente; con su cabellera castaña que acariciaba con mis manos, su rostro color de canela y rosa, su boca cleopatrina, su cuerpo gallardo y virginal; y oía su voz queda, muy queda, que me decía frases cariñosas, tan bajo, como que sólo eran para mí, temerosa quizás de que se las llevase el viento vespertino. Fija en mí, me inundaban de felicidad sus ojos de Minerva, ojos verdes, ojos que deben siempre gustar a los poetas. Luego, erraban nuestras miradas por el lago, todavía lleno de vaga claridad. Cerca de la orilla, se detuvo un gran grupo de garzas. Garzas blancas, garzas morenas de esas que cuando el día calienta, llegan a las riberas a espantar a los cocodrilos, que con las anchas mandíbulas abiertas beben sol sobre las rocas negras. ¡Bellas garzas! Algunas ocultaban los largos cuellos en la onda o bajo el ala, y semejaban manchas de flores vivas y sonrosadas, móviles y apacibles. A veces una, sobre una pata, se alisaba con el pico las plumas, o permanecía inmóvil, escultural o hieráticamente, o varias daban un corto vuelo, formando en el fondo de la ribera llena de verde, o en el cielo, caprichosos dibujos, como las bandadas de grullas de un parasol chino. Me imaginaba junto a mi amada, que de aquel país de la altura me traerían las garzas muchos versos desconocidos y soñadores. Las garzas blancas las encontraba más puras y más voluptuosas, con la pureza de la paloma y la voluptuosidad del cisne; garridas con sus cuellos reales, parecidos a los de las damas inglesas que junto a los pajecillos rizados se ven en aquel cuadro en que Shakespeare recita en la corte de Londres. Sus alas, delicadas y albas, hacen pensar en desfallecientes sueños nupciales; todas - bien dice un poeta - como cinceladas en jaspe. ¡Ah, pero las otras, tenían algo de más encantador para mí! Mi Elena se me antojaba como semejante a ellas, con su color de canela y de rosa, gallarda y gentil. Ya el sol desaparecía, arrastrando toda su púrpura opulenta de rey oriental. Yo había halagado a la amada tiernamente con mis juramentos y frases melifluas y cálidas, y juntos seguíamos en un lánguido dúo de pasión inmensa. Habíamos sido hasta ahí dos amantes soñadores, consagrados místicamente uno a otro. De pronto, y como atraídos por una fuerza secreta, en un momento inexplicable, nos besamos en la boca, todos trémulos, con un beso para mí sacratísimo y supremo: el primer beso recibido de labios de mujer. ¡Oh, Salomón, bíblico y real poeta! Tú lo dijiste como nadie: «Mel et lac sub lingua tua». Aquel día no soñamos más. Y ASI TODO ¿A QUÉ OS GUSTA ?.

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