Julio Medem es nuestro Woody Allen. ¡En más guapo y aún más
poético!
Acabo de ver “Una Habitación en Roma”.
Un canto al amor
entendido como encuentro libre, gozoso y doloroso de almas y cuerpos sin
género.
En concreto dos mujeres Women in love.
Una película de infinitas lecturas que tiene su talón de aquíles en lo -aparentemente- inverosímil de las situaciones iniciales en las que se encuentran e intiman tan rápida y definitivamente las protagonistas.
Cierto que, en las prisas de los ritmos y modos de vida actuales, las químicas pasionales y carencias existenciales pueden brotar así de brutales y fulgurantes. Son excepcionales pero...
Por eso el film gana verosimilitud
conforme avanza pese a lo fantasioso extremo de la fábula; lo que, al final, acabará resintiendo su desenlace...
...Porque el director no sabrá cómo finalizar bien -en
rosa- la película;
Concluirla bien, no puede, porque todo amor romántico elevado necesita su punto trágico o dificultoso. Y concluirla mal, tampoco podrá, porque destruiría todo el
encanto e idealismo con que la ha pintado.
Este filme parece su versión particular de ¡Quien lo probó lo sabe!
El Cine como Teatro.
Con un Medem muy simbolista que sigue
“enganchado” a los romanos y griegos.
Deslumbrado, aún, por Aspasia.
A destacar como un
gran acierto, en los tiempos que corren, el respeto con el que trata al varon
dibujándolo perfectamente caballero en una situación propicia, más bien, para
lo contrario. No es habitual y se agradece. Lo mismo que “poner” a San
Sebastian y al Euskera en el mundo.
A nivel de reflejar la terrible intensidad emocional con que pueden
vivirse las relaciones amorosas,
-a fin de cuentas, el hilo argumental
principal-
la escena final de Cupido en la bañera
flechando casi mortalmente a
una de las dos chicas, es preciosa.
Merece verse sin explicarla más, aquí.
Un descubrimiento más.
El idioma ruso y su sensualidad fonética.
¡Bingo! Suena tanto o más sensual que el italiano.
Un cuadro, pues, renacentista, griego y romano, hecho con
pinturas humanas actuales. Caravaggio a mi memoria y retina. Los Medici más que
los Borgia.
Lástima que las canciones, como siempre, no se traduzcan,
perdiéndonos -los que no hablamos italiano o ruso- sus letras que, de seguro,
serán imprescindibles para entender la peli
En definitiva, una bonita metáfora sobre el amor sin
fronteras en todo el globo terráqueo.
Si he de ponerle un pero a Medem, que nunca se lo merece,
diría -con todo- que es su película menos lograda. Las musas tienen eso. Lo tenía
todo para haber hecho una obra de arte y sin embargo…
Quiero creer que es porque la he visto en televisión en vez
de en pantalla grande.
En formato pequeño,
todas las pinturas pierden bastante del impacto emocional.
todas las pinturas pierden bastante del impacto emocional.
Y Las Musas, empequeñecen, también
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