AQUILES Y LA BARCA
Como el aire fresco paseando
las riberas del río al atardecer,
Eva, salió fulgente del
templo de Salomón oscurecido[1].
Soberbia en su altitud
volcánica.
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Siento cada paso tuyo,
formado en mordiscos nobles y en traidores[3],
atraparme magnéticos.
Si yo fuera el Aquiles que
solo una vez fui;
el hombre sin miedo a ser
muerto,
cercaría con hierbas dulces tu
yegua sin barca.
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La miré. Me miró desde Belem[4].
Ni un latido, pero sé que
soñó igual que soñé yo[5].
Ocho años después,
aun más bella la fruta de
Adán.
La fuente de la juventud.
El baile en su momento de descanso.
Málaga. Jerez.
Fervor de España[6]. Castañuelas.
El mesón del mar,
terminaba su jornada.
¡Despertaba!,
fluía al día.
fluía al día.
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Eres lava y pareces agua. Lavanda…
Una mariposa monarca que
hubiera nacido azul.
Un aire que naciera ya perfume.
Hilo de azules es tu aura,
que me atrapa cuando pasas.
La rosa con ojos del cielo.
La piel de nube…
como tus sueños.
Malhaya no tenerte
diariamente al lado.
Jardín completo eres,
de única flor y fuente, la sed permanente.
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Deusto 15.30 de la tarde. La aparición consoladora de la Hurí preparándome para lograr sobrevivir a otros ojos rientes y otra boca de río, diciéndome, una hora más tarde: “Quiero mucho a mi marido. Solo podemos ser amigos”
-Febrero de 2014-
[1] Universidad de Deusto
[2] Idéntica a ¿?. 10 años
menos. Camina igual. Sueña igual. Piensa igual. Actúa igual. No me conviene.
[3] Miradas furtivas de los
transeúntes a su estampa, muslos, pechos y trasero. Miradas directas a su
cuerpo y figura; de marido... y amantes.
[4] Belén, nombre de la
protagonista. La misma del Cuento “Romance en 7 T.actos del caballo y la barca”
[5] Juego con el recuerdo de
saber que nos gustamos. Saber que ama con el mismo fervor con que amo yo
[6] La fiebre, fuerza y gracia
de la hembra real apenas contenida por la fe cristiana y la apariencia social.
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