EL DAVID SOCIOLÓGICO
- José Ignacio Ruíz Olabuénaga -
Por segunda
vez,
muchos años
después
ví al rey
David,
entrar en su
clase de universidad.
El mismo
efecto:
Las lupas de ver delante de él.
…y aun antes
de los cristales,
adelantándole,
las ganas de
iluminar.
Moisés con
nuevas tablas de la ley.
…y antes que los zapatos,
sus
científicos pasos deseando llegar.
Una energía
de explorador.
Una
convicción de libertador.
Una misión.
Galeno en
las entrañas de la suciedad.[1]
Platón en
Siracusa.
Estrenando
Sociedad, Facultades y Libertades a golpes de razón;
desalojando
viejos dictados y al dictador;
que para
aprender democracia,
tres veces,
le llamó.
Maneras y
oficio de Sherlock Holmes;
paraguas de
gentleman.
Corbatas de
China o cachemir;
singulares
como él.
Una
curiosidad de vivo;
de saberse
Rey con Ley… y Grey.
Envuelto
vino el vasco vino.
Casi
corriendo.
El
impermeable, de impecable gris.
La cabeza con mucho gris;
los ojos explotando color. Riendo.
Un maletilla con el maletín repleto de
flautas de Hamelín.
El
cualitativo profesor:
Her Doctor, José Ignacio Ruíz Olabuénaga.
A little great man.
Un Señor
Sociólogo.
Entre aleman
y american self made man
La
sociología hecha verbo.
Un
ratoncillo revolviendo el cubo de la
basura;
olisqueando
certidumbres del futuro.
Un gato sin
cascabel
merodeando
por el jardín.
Un
adolescente irreverente.
Un cura con
curas.
La primera
vez que lo ví,
lo sentí un
vaso grande y lleno
Un aire de
nómada aquel donaire.
De Mago
Prestidigitador.
Un vendedor
de elixires.
A la vez,
agua, árbol, pastor y jardinero.
Un robleolivo de Orduña
en nuestra
aula plantado.
Vides, en
sus hombros de gigante.
Nos
emborrachó de nova ciencia.
A su
alrededor oracular siempre las musas.
Muchas
musas.
Rosas de
Delfos…
Joana y María, el sol protector.
Evas y
Adanes, como yo.
Sus palabras,
americanos y
asiáticos frutos y especias,
robaban
nuestro espíritu
a lo Arsenio
Lupín.
Con guante
blanco.
Nos
entregamos a él.
-“Es curioso esto que pasa”,
le comenté una vez.
- “Explícalo
y serás Sociólogo.
No pierdas los ojos de niño”.
Me pareció
quedar investido de Caballero.
Escuchar a Kipling diciéndome:
“Y serás hombre hijo
mío”
Enhorabuena, Maestro.
¡Por tu
buena onda
de David
entre tanto Goliath.
Por
ayudarnos a cruzar
el Hades Sociológicus,
sin cobrar
moneda de plata;
con lógica,
corazón y gracia.
Por las hadas.
Por tus ojos
miopesde halcón
¡Quién los
tuviera!
Eskerrik asko.
Musas Gracias.
( LEíDO EN SU HOMENAJE DE HACE UN AÑO ).
Fallecido hace unos días. 85 años. No era mi referente intelectual pero yo lo respetaba porque era indagador, pionero, entusiasta, didáctico y muy creativo...
...Y porque tuvo la valentía de creer en mí: un renegado rebelde desheredado de la Sociología amaestrada por el poder y la iglesia que padecemos; cada vez más, para desesperación mía... ¡ y suya !
Para mi, más que suficiente.
Buen viaje, Maestro.
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