lunes, 22 de diciembre de 2014

FLAMENCAS...Y FLAMENCO


Harto de porfiar curas que no quiere la humanidad,
vagoneta[1] ya,
agotado y desencantado,
pasa consulta de libre albedrío,
y con más desatinos que atinos,
un doctor sesentón…
junto al río.

Como el “don guindo” de Machado siempre en el limbo.

A su lado,
las licenciadas Fernán y Alcarate,
llenas de combustible e incombustibles,
a ritmo de lento bolero latino;
Preciso, diligente y hasta cansino,
hacen lo propio, con total entrega y mejor tino.

En ambiente distendido,
disponen a sus pacientes con el Caribe enfrente.
Sirven mojitos fresquitos bajo cocoteros
y les piden amablemente el imposible
de esforzarse en ser diligentes.

Como a la Comisaría,
acuden penados y obligados,
los dolientes[2],
a planes y tratamientos de choque,
y, para su sorpresa,
reciben psicoanálisis gratuitos color de rosa.
Cantos de Sirena y de María.

Las voces, convencidas,
bandejas llenas de marisco;
crema solar del 76.
¡Venga a nosotros, en esta playa de Varadero, la paz!
¿O es Valparaíso?

Hasta a los más vivos,
sientan y tratan las blancas,
con ron Siboney 52 o 36.
Los maltratan de tanto querer.
Como el insecticida,
a unos y otros,
los matan bien muertos[3]

Quedan confusos pero reverdecidos.
Insomnes y catalíticos[4];
Catatónicos a la vez que maníacos[5].
 ¡Oh, milagro!, la ciencia infusa de estas “inocentes” musas.

Tres mesas pegaditas tienen puestas corriente arriba.
La suya es la oficina del río[6].
Las ventanas prefieren abiertas…
y el sol, dorando sus espaldas,
sanando las cuchilladas[7] de Energumencio.

Ellas, recetan con ordenador.
Sus dedos tecleando a cubano son,
sirven ron.

Él, desde el rincón,
escribe magistrales inútiles con útiles de escritor.
Y convencimiento de prestidigitador.

Licenciadas Fernán y Alcarate.
Doctor Fernández.
Flamencas[8] y flamenco[9] pasan consulta junto al río verde.
Ferminas y Florentín.

Las licenciadas,  enseñan pacientes a los pacientes
a extraer del limo,
con el incansable pico[10],
pepitas de empleo,
pequeñas cosechas de supervivencia en felicidad.

El equilibrista,
ejerce más de exorcista de lágrimas;
de charlatán vende elixires;
de filosofo fallecido, con bombin.

De trato exquisito, son los tres
trovadores de pan en medio de la mar;
compiten por ver quién ofrece más
sin apenas nada concreto que poder dar.

Amalian, Jesús y Maian.
Germinales de flores en medio de tóxicos vendavales.
Su rincón bulle cada día en las cunas del río.
Flamencas y flamenco,
mañanitas del rey David o San Juan.

La patita está  a punto de alumbrar un sueño.
La ranita presumida se trata con un príncipe forestal.
El sapo hereje escupe sin cesar los otros sueños
que se descuidan en el gorgónico[14] jardín.

Cada mañana, sin que sepa bien de qué,
pasan consulta de alegría,
en el río, muy arriba,
el sibilino indigno, Jesús,
con la dama más lista de las camelias,
y novilla del sagrado corazón,
salsera y brava.

No callan.
Recetan, de provecho, poco o casi nada.

Tienen consulta obligada[15]
que les viene en lata mal embotada;
comprimida[16], contaminada y ahumada,
pero tienen mesa en lo alto del río,
doctor y licenciadas.

No esperen oropel,
fíjense en el laurel[17]
que luce en los ojos de los tres.

Hasta el desempleo cura.
Lo que ofrecen, gusta…
…porque ¡No tienen cura!. 



[1] Cansado.
[2] Usuarios.
[3] Slogan de una marca famosa de insecticida. Se alude a que los atienden aconsejándoles incansables.
[4] Adormecidos por tanta dedicación y tiernos consejos. “A gustito”
[5] Animados a buscar salidas
[6] Buen humor
[8] Alusión a sus estampas gallardas
[9] Fama de ser algo “chulo”
[10] Labia
[11] Alusión a la forma del cuerpo que deja estar embarazada
[14] Funcionarios dedicados a tramitar o expedientar fríamente. Intentar que se tengan en cuenta aspectos humanos.
[15] Los usuarios tienen que acudir sí o sí.
[16] Mogollón de personas. Saturación del local. Ambiente cargado.
[17] La chispilla de mantenerse con buen humor frente al tropel y las tropelías






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