lunes, 22 de diciembre de 2014

TESTARUDO CAPITAN SCOTT (Buen Poema)

Siguiendo la narración que hace Stepan Zweig en su precioso libro "Momentos estelares de la Humanidad", narro en boca de la propia Antártida, la infructuosa odisea de Scott al Polo Sur. 
Hago como si ésta le hablase, instándole a que no siga adelante porque lo matará.  


- TESTARUDO CAPITÁN SCOTT -

Noble y descabalgado Scott,
cabal y destartalado.
No podré resistir,
a los pies exagerados del otro extranjero[1].

No te alcanzará  a ti el laurel.
Lleva otra bendición y paso.
Más serio aun que tu,
Te adelantará y alanceará por el costado.

Pero no permitiré ecos aquí de su risa.
que nazcan en ti ira de uvas de locura.
Por piedad, jamás la oirás.
Y te cabrá la gloria de los desafortunados.

Testarudo Capitán Scott,
la lengua más ignota y cristalina[2]
te lo decía al oído,
mes a mes y día a día.
Lacerante, su cuchillo frío, te advertía :
“Aquí no hay hadas madrinas y los Sueños son Pesadillas”.

…No me escuchabas
Te empeñabas en traducirla a lenguajes humanos,
Con pluma de hierro fino,
me empujabas a la historia[3].

Yo[4], te miraba diáfana y cruda.
Altiva, cruzaba delante de tus ojos y los azotaba.
Te los cerraba: “No quiero Áticas”[5]
No me escuchabas.

Testarudo mortal.
Más quise dormirte y más te despertaste.
Me obligarás a despellejarte vivo.
Verás que soy tu misma carne en viva y muerta.
Detente, voy a abrasarte.
Soy el frío y no tengo frío.

Obstinado Héctor.
No quiero ser tu Aquiles.
No he asesinado a Patroclo.
Lo has hecho tú.
Vuélvete sin oropel, humano.
Sientes la guerra pero estás en paz, hermano.
Las dos, las has ganado.

Obstinado mortal.
Sé que no me harás caso.
Tu origen es semen de muerte o gloria.
Y no pararás hasta la inmortalidad.
Nunca te rendirás.

No soy virgen, te digo.[6]
Estoy preñada de nada.
Y queréis engendrarme más y más humanidad.
Traes cuatro hijos a su Afrodita final: Bowers, Evans, Oates y Wilson[7]

No lo conseguirás.
Prendada estoy del otro insensato barbado[8].
Y por ser, soy más hombre que mujer[9]
Mancillada y amada hermafrodita.

Cuando lo veáis[10] no querréis volver.
Me pediréis el favor de que os mate[11]
Y lo haré natural, compadecida.
Mi coraje y el tuyo, sometidos.
Arderemos en el invierno[12].

Sin el festín de los fastos,
ni un horizonte con pastos,
vuestras cabezas no querrán ser lobos empujando trineos.

Apagaré la luz de San Telmo,
las luces de todos los barcos…

Me maldeciréis con aullidos baldíos de arañas.
Suplicando un Irem[13],
Un tren en estos vacíos
Moriréis en mi seda como los perros.
Atrapados y arrebujados en los porqués y los peros.

Sobrecógete Scott y recógete.
Y no temas. Yo misma te mataré.
Exprimiré tu pluma hasta que sangre silencio.
Queda tranquilo.
A ellos los mataste hace tiempo, eligiéndolos mal.
Lo hacéis todos los gigantes,
Y no se si te arrepientes.

Cinco sombras blancas,
benditas por siempre seréis,
por la sal que en esta tierra de piedra,
peor que la cal,
seca, dejáis.

Aquí nacen los clarividentes[14];
enanos deformes, infames o gigantes.
Balboa, Presidente Wilson, Goethe Tolstoi y Dovstoievski.
Lenin, Cicerón y Socrates.
El Gran Haendell. El voraz loco Napoleón.

Caínes que beben Hybris y devoran Razón. Abeles, los menos.
Angeles caídos, todos; ebrios del ron rubicón del río.

No hacéis caso de mí ni del frío.
Vuestro tren no llegará a Moscú[15].
El telégrafo se congelara en la nieve.
El océano pacifico y el atlántico se repartirá vuestra mitad.
Os reducirán a polvo[16].

Por está hecha con cuadernas y cuadernos de honor,
no rodaré tu cabeza[17], Capitán Acab.
La apoyaré en un vientre cargado de sabias piedras[18].
Tu Waterloo será igual de incruento y blanco.
Tendrá y no tendrá rojos[19].
Vivirás un encuentro wertheriano con tu amada nívea[20]

Morirás sin disparos[21].
Con sirenas y trompetas, te acogerán arcángeles[22].
No perecerá tu testamento [23] y no serás una filipina ni un sermón[24].
Serás “in memorian”, Agua Cicuta[25]

Testarudo Capitán Scott,
¿Por qué me mordiste la lengua y me hiciste humana
si no soy vuestra hermana?

Conseguiste ser el David mío,
Fui tu Leviathán, el Aleph, Bizancio, Ofir y Birú…

Pero me llamaba Mehmet[26]
…y no te amaba, Constantino[27].

Levántate español, bizarro inglés,
y hazme, otra vez, loba y perra;
¡La Guerra antes que muera pugnata!




[1] Admunsen
[2] El lenguaje de los vientos gélidos ululando meses y meses mientras se preparaban para la expedición
[3] Scott, lo escribía todo para darlo a conocer al mundo
[4] Personalización de la Antártida como protagonista
[5] Entrar en la Historia culta
[6] Scott, supo que Admunsen iba 15 días por delante
[7] Los escogidos finalmente por Scott
[8] Admunsen
[9] Naturaleza hostil y bronca
[10] La bandera noruega hincada en el polo.
[11] Juega el autor con la idea de que tras ver que Admunsen había llegado antes,  preferían morir a volver sin honores
[12] Metáfora del infierno y de la muerte por frío que, dicen, sientes como que ardes
[13] Espejismo
[14] Los 14 visionarios que Stephan Zweig recoge en “Momentos estelares de la Historia” y del que este poema es uno de los catorce del poemario hecho ex profeso en honor al libro de Zweig
[15] Lenin
[16] Balboa
[17] Cicerón
[18] Su compañero, el geólogo Wilson, que aun en los últimos días acarreaba kilos de piedras de interés científico
[19] Sangre, valentía, arrojo…
[20] La “ilusión juvenil” de una mujer joven que tuvo Goethe
[21] Dovstoiewski
[22] Haendell
[23] Tolstoi
[24] Cicerón
[25] El veneno helado; la cicuta de Sócrates
[26] Sultán que conquistó Bizancio. Metáfora de la Antartida brutal inconquistable
[27] Constantino, ultimo emperador cristiano de Bizancio; caído pese a la constancia de su resistencia, como Scott

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