lunes, 22 de diciembre de 2014

ZWEIG Y TU

ZWEIG  Y  TU

Te conocía a tí y le conocía a él.
Suaves y exquisitos;
el mismo diagnóstico, delineo[1] para los dos.

Siete lustros después,
estaba hecho un siete.

De cumpleaños,
me obsequiaste con “El mundo de ayer”[2].
Te regalaste.

Dos embarazos tardé en comprender,
lo que alguien entre los editores,
sabiendo o sin saber,
adivinó o presintió:
Stephan Zweig requiere papel de vainilla satén,
portadas aceitosas[3],
negras y rojas.

Lo mismo presentiste tú
al entregarte simbólicamente a mí
en los modos que yo más valoro y tu más eres:
pan de aceite

Tocar los libros sedosos de Zweig
escritos en los vértigos de su siglo,
y publicados por Acantilado,
era tocar tus fueros y desafueros.
Juntar la untuosidad de la mejor lectura con los tactos del sexo.
Oír a Orfeo comer el pan de tu cuerpo.

Al fondo, quemábanse garbanzos blancos y patatas[4].
Crepitaba lo negro y relucía.




[1] De Linneo
[2] Libro autobiográfico de Zweig
[3] Al tacto
[4] El autor aprovecha poéticamente la circunstancia de que, por estar escribiendo, se le quemó lo que tenía puesto al fuego; queriendo simbolizar que había peligros y afectados, en el día a día, por la relación de ambos.

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