Traigo hoy, unos Capítulos del fantástico
Libro de las Exageraciones y los Sinsentidos con Sentido.
El "Gargantua y Pantagruel" de Rabelais.
Libro de las Exageraciones y los Sinsentidos con Sentido.
El "Gargantua y Pantagruel" de Rabelais.
¿Ayer como hoy ?
Ingenuo, quisiera creer que no.
Merece la pena leerlo hasta el final pese a la mamarachez utilizada por el autor a efectos de parábolaDisculpad el formato; al escanearlo se embarulla mogollón.
¡Como la historia que cuenta!.
Imprimirlo para que podáis leerlo mejor.
Acordáos que Pantagruel,
El Quijote francés, inventa palabras, une y desune a su antojo,
habla con absurdos -aparentemente- , etc...
Todo ello, a veces, para metaforizar y, a veces, para ocultarse de la Inquisición.
PEQUEÑO ESCRITO
CAPITULO DIEZ
Acordáos que Pantagruel,
El Quijote francés, inventa palabras, une y desune a su antojo,
habla con absurdos -aparentemente- , etc...
Todo ello, a veces, para metaforizar y, a veces, para ocultarse de la Inquisición.
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Nota del Traductor: Antonio García-Die Miralles de Imperial.
Doy el cuento
de primera mano, y éste
es jocundo como los Carminas de
los clérigos boyardos.
De todas formas,
hay que suponer,
por lo que dice, que en su vida
lo que menos le interesó fueron
las ansias de literato. Fraile,
médico secularizado y muerto al
final como arcipreste sin haber dejado jamás su estado
de clérigo, sus obras literarias no fueron para
él más que un
entretenimiento y azotar
con el
corbacho, como nuestro arcipreste
de Talavera, todo lo que le
parecía
indigno.
PEQUEÑO ESCRITO
AL MODO GERMANICO QUE ME DISPENSA
DE UN PROLOGO DE ALTA GRASA O TUETANOS,
COMO DIRIA MI MAESTRO
DE UN PROLOGO DE ALTA GRASA O TUETANOS,
COMO DIRIA MI MAESTRO
EL DOCTOR FRANCOIS RABELAIS
(Que es necesario leer para no comprenderlo)
I
« Y pondré enemistad entre ti y la
mujer y ella aplastará
tu cabeza» (Génesis). Y con todo respeto he de sospechar
que antes Adán lucía una hermosa cornamenta de chivo con
tu cabeza» (Génesis). Y con todo respeto he de sospechar
que antes Adán lucía una hermosa cornamenta de chivo con
, la que el Diablo y Eva
le habían hecho Rey de los
Cabrones.
Esto es una sarcástica interpretación de los antiguos
he-
breos. Y Adán, ¿no haría otro tanto? Siguiendo la misma
vieja leyenda semítica, el rey de la creación, el señor Adán,
también tenía su amiguita Lillith, la señorita entretenida
que prolongó su desvergonzada presencia todo el Medievo
y en nuestros días aún anda de «picos pardos» gracias a la
música de don Ricardo Wagner y su Venusberg y el
caballero Tanhduser.
breos. Y Adán, ¿no haría otro tanto? Siguiendo la misma
vieja leyenda semítica, el rey de la creación, el señor Adán,
también tenía su amiguita Lillith, la señorita entretenida
que prolongó su desvergonzada presencia todo el Medievo
y en nuestros días aún anda de «picos pardos» gracias a la
música de don Ricardo Wagner y su Venusberg y el
caballero Tanhduser.
Esta fantasía semítica fastidió mucho
a la pobre princesa
Elisabeth, pero yo tengo para mí que todo es una delirante
explicación de viejos rabinos aburridísimos, mesándose las
barbas de chivo, para explicar otros salmos del Génesis más
complicados, como el de las mozas hijas del diablo y los hijos
de Dios.
Elisabeth, pero yo tengo para mí que todo es una delirante
explicación de viejos rabinos aburridísimos, mesándose las
barbas de chivo, para explicar otros salmos del Génesis más
complicados, como el de las mozas hijas del diablo y los hijos
de Dios.
Giovanni Papini, el «león
de Florencia», que de esto
entendía mucho, se agarra a la Patrística y las viejas
tradiciones y nos larga un vodevil italiano más complicado
que uno francés o el que se supone escribió el patriarca
Moisés. Si es que el gran caudillo y legislador hebreo escribió
algo, y menos ese principio tan poco edificarte.
entendía mucho, se agarra a la Patrística y las viejas
tradiciones y nos larga un vodevil italiano más complicado
que uno francés o el que se supone escribió el patriarca
Moisés. Si es que el gran caudillo y legislador hebreo escribió
algo, y menos ese principio tan poco edificarte.
Rabelais, que en este su primer libro original
crea un
divertido
y descarado
Panurgo que no tiene precisamente
pelos en la lengua y los hace florecer en todas partes,
pudendas o no, con el mayor regocijo, a tanto no se atreve,
yeso que no deja papa ni monja ni viuda o casada en paz.
Pero es que Rabelais era, como ya dije, un gran médico
cirujano y sólo le incitó a escribir sus famosísimos y poco
meditados libros: a) un afán de entretener a sus clientes
tarantulados; b) un ligero y superficial intento de reforma
ortodoxa más cercano, aunque parezca paradoja, al de
Ignacio de Loyola que al de Calvino, Lutero y demás ralea
asnal y a quien asqueaba su intransigencia hasta poner
como chupa de dómine con sus nombres propios a esos
fanáticos e intransigentes protestantes.
pelos en la lengua y los hace florecer en todas partes,
pudendas o no, con el mayor regocijo, a tanto no se atreve,
yeso que no deja papa ni monja ni viuda o casada en paz.
Pero es que Rabelais era, como ya dije, un gran médico
cirujano y sólo le incitó a escribir sus famosísimos y poco
meditados libros: a) un afán de entretener a sus clientes
tarantulados; b) un ligero y superficial intento de reforma
ortodoxa más cercano, aunque parezca paradoja, al de
Ignacio de Loyola que al de Calvino, Lutero y demás ralea
asnal y a quien asqueaba su intransigencia hasta poner
como chupa de dómine con sus nombres propios a esos
fanáticos e intransigentes protestantes.
Ciertamente
no fue un santo, por lo menos no nos consta,
y su espíritu de lo grotesco pudo con él más que la seriedad
que veía alrededor de él, de majaderos, sepulcros blanquea-
dos y nidos de víboras que se le aparecían en épocas
turbulentas.
y su espíritu de lo grotesco pudo con él más que la seriedad
que veía alrededor de él, de majaderos, sepulcros blanquea-
dos y nidos de víboras que se le aparecían en épocas
turbulentas.
Hoy hubiera hecho lo mismo Rabelais;
jamás fue un
hipócrita, ni siquiera un risueño y sarcástico histrión; sólo
hay que pararse ante su más auténtico retrato, que se
conserva en Montpellier, en la sala de profesores de la
antigua universidad, justo bajo el de Arnau de Vilanova. Su
seriedad no es fingida para posar ante un pintor, y por más
que lo he estudiado, no hay en su cara tampoco el más ligero
asomo de burla, sátira o desprecio. Entonces, ¿por qué sus
cinco famosos libros con sus clarísimas 'desvergüenzas.
hipócrita, ni siquiera un risueño y sarcástico histrión; sólo
hay que pararse ante su más auténtico retrato, que se
conserva en Montpellier, en la sala de profesores de la
antigua universidad, justo bajo el de Arnau de Vilanova. Su
seriedad no es fingida para posar ante un pintor, y por más
que lo he estudiado, no hay en su cara tampoco el más ligero
asomo de burla, sátira o desprecio. Entonces, ¿por qué sus
cinco famosos libros con sus clarísimas 'desvergüenzas.
El mundo
está así, así se habla sotto voce y,
peor, así se
obra, y esto, su recto sentir no lo tolera.
obra, y esto, su recto sentir no lo tolera.
Creo que,
más
que una horrísona carcajada, el embuchar
en ellos verdades como puños fue para Rabelais una
angustiosa tortura, pero, cirujano al fin, no tenía más
remedio que empuñar el escalpelo y cortar por lo sano, con
la anestesia de la sátira, del lenguaje, de la jocunda risa,
para que no fuera tan cáustico ni doloroso. Y así le lució el
pelo; en vez de ver su intención profunda, todos se quedaron
en ellos verdades como puños fue para Rabelais una
angustiosa tortura, pero, cirujano al fin, no tenía más
remedio que empuñar el escalpelo y cortar por lo sano, con
la anestesia de la sátira, del lenguaje, de la jocunda risa,
para que no fuera tan cáustico ni doloroso. Y así le lució el
pelo; en vez de ver su intención profunda, todos se quedaron
con lo anecdótico,
y así
el pelmazo
sacrílego de
monsieur
Voltaire y el santo obispo de Ginebra Francisco de Sales
llegan a la misma conclusión, la de <dos extremos se tocan».
Voltaire y el santo obispo de Ginebra Francisco de Sales
llegan a la misma conclusión, la de <dos extremos se tocan».
II
En medio hay una
pléyade.
No sólo
la famosa
pléyade francesa, sino un montón de gente
que le imitan,
que se ríen como asnos o le dan de coces
y entronizan
a cualquier mamarracho como Moliére
u otro
santo copista
de su devoción.
Y hablando
de copas,
¡empinemos!, ¡bebamos!
«Que la vida es breve y la experiencia
falaz»
(Hipócrates,
Juramento).
Gaudeamus igitur ... Bebamos hermanados
con la cunca espumosa del vino del Condado,
y de empinar no paréis, pues os es dado
con la cunca espumosa del vino del Condado,
y de empinar no paréis, pues os es dado
el mejor
mosto del Císter, nada aguado,
tres veces bendecido, pero no bautizado,
pues el agua en el vino
con el mismo diablo ha fornicado,
y así la santa cunca ha emporcado.
Beba sin ascos el fraile y beba el guerrero con él,
y así la santa cunca ha emporcado.
Beba sin ascos el fraile y beba el guerrero con él,
beba Panurgo astuto y ladino y el gran Pantagruel,
y yo me hinche la tripa con el Padre Gigante,
nuestro rey «Gargantúa», que por paradoja
nació después que aquél y que empine por todos
FRANCOIS RABELAIS.
y quien quiera folgar, bellas jacas yo las veo doradas
y bien limpias; que más lucidas que Alda, lecho
a sus
cuestas acercan hasta sus serranías y perfuman y tienden
cuestas acercan hasta sus serranías y perfuman y tienden
con gracia de buen ver...
...Y rodé
bajo la mesa bien agarrado a una
frasca, por si había della más necesidad, rodó conmigo
toda entera el delicioso muslillo y cuerpo de una
gallinácea implume y pechugona. En esto del beber, comer y fornicar, todo se va en comenzar.
III
Solté al fin mis
ataduras carnales y continué; había puesto
frente a mí una lucida cunca que por el tamaño pertenecía
sin duda al buen rey gigante Gargantúa, llena hasta el
borde de vino cantarín.
frente a mí una lucida cunca que por el tamaño pertenecía
sin duda al buen rey gigante Gargantúa, llena hasta el
borde de vino cantarín.
Con dos manos la
hice mía y, ¡hasta verte, jesús mío! Que
es frase sagrada de buen bebedor no dejar gota ni empaño
en la copa ceremonial. Todo fue adentro para recomponer
mis tripas, y así, con este tentempié, que bien pasaría de los
cien litros, enjuagados los dientes, con voz altisonante
y ceremoniosa proseguí mis devaneos.
es frase sagrada de buen bebedor no dejar gota ni empaño
en la copa ceremonial. Todo fue adentro para recomponer
mis tripas, y así, con este tentempié, que bien pasaría de los
cien litros, enjuagados los dientes, con voz altisonante
y ceremoniosa proseguí mis devaneos.
Otra razón y muy
de peso impulsó al maestro Francois
Rabelais a escribir este libro. Andaba como traductor
y autor por la famosa ciudad de Lyón sin un maldito
enfermo que llevarse a las quijadas, cuando en una feria de
las allí famosas topó con un buhonero que con su caja repleta
vendía cuanto en ella había y más. Paró mientes el buen
doctor y vio que entre santos de yeso, ligas emperifolladas
que nada sostenían, ungüentos y medicinas que de nada
servían, finos encajes flamencos que ni eran flamencos ni
finos, había un librillo de cordel de la vida de un descomu-
nal y glotón gigante llamado Gargantúa que hacía las
delicias de los que lo compraban, y doctos e iletrados lo
arrebataban a porfía.
Rabelais a escribir este libro. Andaba como traductor
y autor por la famosa ciudad de Lyón sin un maldito
enfermo que llevarse a las quijadas, cuando en una feria de
las allí famosas topó con un buhonero que con su caja repleta
vendía cuanto en ella había y más. Paró mientes el buen
doctor y vio que entre santos de yeso, ligas emperifolladas
que nada sostenían, ungüentos y medicinas que de nada
servían, finos encajes flamencos que ni eran flamencos ni
finos, había un librillo de cordel de la vida de un descomu-
nal y glotón gigante llamado Gargantúa que hacía las
delicias de los que lo compraban, y doctos e iletrados lo
arrebataban a porfía.
No pensó mucho
Rabelais en hacerse con tan liviano
ejemplar, y si rió o no rió, nadie lo ha sabido nunca, como no
he sabido en qué lengua estaba escrito.
ejemplar, y si rió o no rió, nadie lo ha sabido nunca, como no
he sabido en qué lengua estaba escrito.
Ya dije que es
muy sospechoso fuera navarrés, quizá del
Pirineo catalán, o hasta gallego o lusitano, que todo podía
ser. Quizá fuera así y el librillo de Lyón no fuese más que
una mala traducción del original.
Pirineo catalán, o hasta gallego o lusitano, que todo podía
ser. Quizá fuera así y el librillo de Lyón no fuese más que
una mala traducción del original.
Esto, con certeza, no se ha
demostrado jamás, pero que el
texto original nadie sabe cómo
estaba escrito, eso es bien
cierto, y que su prosa era agarbanzada y pedestre, parece no
tener vuelta de hoja. Quizá no fue sólo un «ingenio», sino
varios los que por jocundia lo compusieron. Hay hoy
escritor que afirma ser vasco de origen, pero son tan flojos
sus argumentos que no vienen al caso.
cierto, y que su prosa era agarbanzada y pedestre, parece no
tener vuelta de hoja. Quizá no fue sólo un «ingenio», sino
varios los que por jocundia lo compusieron. Hay hoy
escritor que afirma ser vasco de origen, pero son tan flojos
sus argumentos que no vienen al caso.
Lo cierto es que
en uno de mis escritos he hurgado todo lo
posible, pero no he conseguido rasgar el misterio. Además,
¿qué demonio tiene que ver un libro de baratijero con los
cinco libros de Rabelais, con la construcción de la lengua
francesa y con un libro enciclopédico de medicina, aunque
sea «al envés»? Que si así lo hizo, bien sabía que se gana
más inmortalidad escribiendo en ese tono que sentando
cátedra médica, que antes de terminar su redacción ya ha
pasado a los trastos viejos.
posible, pero no he conseguido rasgar el misterio. Además,
¿qué demonio tiene que ver un libro de baratijero con los
cinco libros de Rabelais, con la construcción de la lengua
francesa y con un libro enciclopédico de medicina, aunque
sea «al envés»? Que si así lo hizo, bien sabía que se gana
más inmortalidad escribiendo en ese tono que sentando
cátedra médica, que antes de terminar su redacción ya ha
pasado a los trastos viejos.
, Lo que sí parece cierto es que de su pluma salió, para su
editor, una primera y anónima edición de Gargantúa, bien
ordenada y compuesta, aunque de estilo y hazañas como las
originales de los colporteurs y que nada tiene que ver con el
Gargantúa de Alcofribas Nasier, seudónimo con que firma-
ra sus «dos primeros libros» el más importante de los
doctores, el cirujano Francois Rabelais, seudónimo que no
es tal, sino un acróstico de su nombre.
editor, una primera y anónima edición de Gargantúa, bien
ordenada y compuesta, aunque de estilo y hazañas como las
originales de los colporteurs y que nada tiene que ver con el
Gargantúa de Alcofribas Nasier, seudónimo con que firma-
ra sus «dos primeros libros» el más importante de los
doctores, el cirujano Francois Rabelais, seudónimo que no
es tal, sino un acróstico de su nombre.
IV
Dije, y es bueno
recordarlo, que el hijo Pantagruel, rey de
los dipsodas nació antes que su padre, Gargantúa.
los dipsodas nació antes que su padre, Gargantúa.
Bien fuera porque
el primer Gargantúa se continuara
vendiendo como «pan bendito» o, según mi opinión, porque
Rabelais, fiel a sí mismo, no pensó escribir la vida del pa-
dre, ya que en la edición príncipe (Lyón, juste Editor) dice
en su largo título del Gargantúa «libro lleno de pantagruelismo»,
vendiendo como «pan bendito» o, según mi opinión, porque
Rabelais, fiel a sí mismo, no pensó escribir la vida del pa-
dre, ya que en la edición príncipe (Lyón, juste Editor) dice
en su largo título del Gargantúa «libro lleno de pantagruelismo»,
V
Pero el éxito de su Pantagruel, rey de los
dipsodas,
o quizá la necesidad fue
la causa de hacer nacer al padre. El
fabuloso Gargantúa tenía una vida próspera y feliz entre los
librillos de colporteurs o buhoneros. Lo cierto es que este
maravilloso gigante en nada se asemeja con el que ya vivía.
Así como dije que Pantagruel no recibió de su autor más que
la letra, pues el nombre es el de un negro, sarcástico
y enredador diablillo, muy común en los «misterios» o co-
medias religiosas que se representaron en la Edad Media
francesa dentro de las catedrales y seos, aunque el tiempo
y las procacidades los expulsaron a los claustros. Ya conté
que dicho diablejo, en parte bufón, tenía como misión
principal llenar las gargantas de sal de los empecinados
bebedores y así aumentar su sed, de por sí ya inextinguible.
Rabelais transforma a este escuerzo diablesco en un colosal
gigante, que más que explicarnos su historia nos cuenta
entre él y Panurgo los más desvergonzados hechos y dichos.
Pantagruel en un tono solemne y Panurgo en la forma más
grosera y pedestre. Hay un ligero enlace con Gargantúa
que, si comienza bien, acaba borrando a su progenitorpara
ser ellos, principalmente el rey mesurado y el bufón de las
más sucias bellaquerías.
fabuloso Gargantúa tenía una vida próspera y feliz entre los
librillos de colporteurs o buhoneros. Lo cierto es que este
maravilloso gigante en nada se asemeja con el que ya vivía.
Así como dije que Pantagruel no recibió de su autor más que
la letra, pues el nombre es el de un negro, sarcástico
y enredador diablillo, muy común en los «misterios» o co-
medias religiosas que se representaron en la Edad Media
francesa dentro de las catedrales y seos, aunque el tiempo
y las procacidades los expulsaron a los claustros. Ya conté
que dicho diablejo, en parte bufón, tenía como misión
principal llenar las gargantas de sal de los empecinados
bebedores y así aumentar su sed, de por sí ya inextinguible.
Rabelais transforma a este escuerzo diablesco en un colosal
gigante, que más que explicarnos su historia nos cuenta
entre él y Panurgo los más desvergonzados hechos y dichos.
Pantagruel en un tono solemne y Panurgo en la forma más
grosera y pedestre. Hay un ligero enlace con Gargantúa
que, si comienza bien, acaba borrando a su progenitorpara
ser ellos, principalmente el rey mesurado y el bufón de las
más sucias bellaquerías.
Giovanni Papini creo que lo leyó en
versión italiana
y confunde sin querer su alusión tanto a Rabelais como a sus
libros. Pues en su capítulo del «Diablo» dice que «Francia es
la tierra de promisión del mismo.» Y aunque salva a Fran-
cois Villon y Francois Rabelais, les deja un sambenito de su
afición o cuando menos un}' cierta o incierta tendencia
a perdonar o hacer oídos sordos ante el «pecado». Cierto
que ninguno de los dos clásicos franceses es muy ortodoxo.
¡Pero qué tendría que decir de los italianos! Y del mismo
Papini en alguno de sus arrebatos.
y confunde sin querer su alusión tanto a Rabelais como a sus
libros. Pues en su capítulo del «Diablo» dice que «Francia es
la tierra de promisión del mismo.» Y aunque salva a Fran-
cois Villon y Francois Rabelais, les deja un sambenito de su
afición o cuando menos un}' cierta o incierta tendencia
a perdonar o hacer oídos sordos ante el «pecado». Cierto
que ninguno de los dos clásicos franceses es muy ortodoxo.
¡Pero qué tendría que decir de los italianos! Y del mismo
Papini en alguno de sus arrebatos.
Agua corrida no vuelve arriba, y los
tres ya han visto la
luz.
luz.
Con esto no hago ni una defensa de Villon o
de Rabelais.
Tampoco él los ataca con dureza; sólo los cita entre
los
tentados para completar su cuadro general de ataque
tentados para completar su cuadro general de ataque
a Francia. Lástima que se olvide voluntariamente de
su
genial Italia y pase sobre ascuas Alemania, Inglaterra y, así,
casi todos los países, hasta España.
genial Italia y pase sobre ascuas Alemania, Inglaterra y, así,
casi todos los países, hasta España.
Sea como fuera, Rabelais nos da aquí
otro libro de
medicina «al envés», pero de medicina con todas sus
especialidades, como ya dije en Gargantúa. .
medicina «al envés», pero de medicina con todas sus
especialidades, como ya dije en Gargantúa. .
Otro asunto, y bien grave, le impele a
escribir así: las
temporalidades, la venta de bulas y capelos, las peregrina-
ciones, de las que ya habló San Vicente Ferrer, y nada bien
por cierto. Las reliquias de las que Francia andaba superpo-
blada y sin viso alguno de autenticidad, ni la más remota,
y esa especie de pietismo o puritanismo que termina en la
San Bartolomé y la espantosa guerra de religión, que,
costando mucha sangre, al fin nada arregló. Más despiada-
da que la de Carlos V, más política que religiosa con el saco
de Roma incluido, digan y fantaseen todos los hispanófobos
que fueron, son y serán.
temporalidades, la venta de bulas y capelos, las peregrina-
ciones, de las que ya habló San Vicente Ferrer, y nada bien
por cierto. Las reliquias de las que Francia andaba superpo-
blada y sin viso alguno de autenticidad, ni la más remota,
y esa especie de pietismo o puritanismo que termina en la
San Bartolomé y la espantosa guerra de religión, que,
costando mucha sangre, al fin nada arregló. Más despiada-
da que la de Carlos V, más política que religiosa con el saco
de Roma incluido, digan y fantaseen todos los hispanófobos
que fueron, son y serán.
Y, en fin, el engolado e inapelable
prestigio de la Sorbona
frente a toda universidad, especialmente Montpellier, que si
a Rabelais le costó prisión, a Ignacio de Loyola, ese glorioso
capitán español, le costó ser azotado en público, y esta
afrenta a un capitán español transformado en paticojo
estudiante sofista es más vejatoria e inconcebible que todo
lo sufrido por hijos de leguleyos navarro-aragoneses meti-
dos a teólogos, como Miguel Servet.
frente a toda universidad, especialmente Montpellier, que si
a Rabelais le costó prisión, a Ignacio de Loyola, ese glorioso
capitán español, le costó ser azotado en público, y esta
afrenta a un capitán español transformado en paticojo
estudiante sofista es más vejatoria e inconcebible que todo
lo sufrido por hijos de leguleyos navarro-aragoneses meti-
dos a teólogos, como Miguel Servet.
Bien se vengó Ignacio acuñando en
París la Compañía de
Jesús y su lema, hoy tan olvidado, de "ad mejorem Dei gloriam".
Jesús y su lema, hoy tan olvidado, de "ad mejorem Dei gloriam".
En fin, esos mamotretos librescos,
esos sermones a lo
Fray Gerundio y tantas y tantas cosas como había que
derrocar.
Fray Gerundio y tantas y tantas cosas como había que
derrocar.
Ignacio, capitán siempre, alzó su
contrarreforma nada
menos que intentando convertir al papa.
menos que intentando convertir al papa.
Rabelais escribe de otra forma,
escribe medicina, da
clases y se venga con unos librillos que le hacen famoso. Hay
mucho trabajo en encontrar la medicina entre la anécdota,
clases y se venga con unos librillos que le hacen famoso. Hay
mucho trabajo en encontrar la medicina entre la anécdota,
pero ahí está, tratada por el mejor médico de su
época
y adelantándose a la que vendrá después.
y adelantándose a la que vendrá después.
La «santa botella» con la que termina
su quinto libro es
más una panacea universal, compendio de la medicina
entera, que un ánfora de vino. Este quinto libro siempre me
ha escamado, pues tanto su contenido como su estudio
paleológico no casan ni bien ni mal con los escritos anteriores
del arcipreste de Medun. Pero, en fin, advirtiéndolo no
induzco a engaño. Lo que sí es seguro es que quien lo
compuso no andaba bien en medicina, y que el griego y el
latin son embuchados, sin contar que su literatura es de
aficionado ramplón.
más una panacea universal, compendio de la medicina
entera, que un ánfora de vino. Este quinto libro siempre me
ha escamado, pues tanto su contenido como su estudio
paleológico no casan ni bien ni mal con los escritos anteriores
del arcipreste de Medun. Pero, en fin, advirtiéndolo no
induzco a engaño. Lo que sí es seguro es que quien lo
compuso no andaba bien en medicina, y que el griego y el
latin son embuchados, sin contar que su literatura es de
aficionado ramplón.
VI
Rabelais, ya lo dije en alguna parte,
nació en Chinon, en
la ciudad más bella de esa aún maravillosa Turena, hijo del
letrado y administrador Antoine Rabelais. En la esquina de
la calle de la Lamprea, donde su padre tenía su casa
y estudio de jurisconsulto, o bien en la finca de la Deuiniére,
entre cepas cargadas de racimos y junto al río Vienne.
la ciudad más bella de esa aún maravillosa Turena, hijo del
letrado y administrador Antoine Rabelais. En la esquina de
la calle de la Lamprea, donde su padre tenía su casa
y estudio de jurisconsulto, o bien en la finca de la Deuiniére,
entre cepas cargadas de racimos y junto al río Vienne.
Casi todos se inclinan porque le
parieran en esta casa
fuerte, que hoy es un museo donde se guarda una biblioteca
que encierra todos los libros franceses y traducciones de to-
dos los idiomas que tratan del autor; además es el más com-
pleto museo rabelaisiano en láminas, estatuas y utensilios.
fuerte, que hoy es un museo donde se guarda una biblioteca
que encierra todos los libros franceses y traducciones de to-
dos los idiomas que tratan del autor; además es el más com-
pleto museo rabelaisiano en láminas, estatuas y utensilios.
Viéndolo, parece que por sus estrechas
ventanas o por su
empinada techumbre de pizarra nos hará una mueca
burlona Rabelais o sus personajes. Y entre las cepas canta-
rán de nuevo los alegres bebedores calamucanos que presi-
dieron el nacimiento del buen Gargantúa.
empinada techumbre de pizarra nos hará una mueca
burlona Rabelais o sus personajes. Y entre las cepas canta-
rán de nuevo los alegres bebedores calamucanos que presi-
dieron el nacimiento del buen Gargantúa.
Chinon está igual, con su castillo, prisión de
templarios.
No encontraréis a la santa doncella de Donremy, ni a
Car-
los VII con su bella «arrejuntada» Agnés Sorel, la que pasó
a la Historia por su linda cara y sus pechos al aire, que tan
bellas, firmes y deliciosas mamas fuera pecado encubrir. Ni
los bosques que aún rodean la villa donde parece que uno ha
los VII con su bella «arrejuntada» Agnés Sorel, la que pasó
a la Historia por su linda cara y sus pechos al aire, que tan
bellas, firmes y deliciosas mamas fuera pecado encubrir. Ni
los bosques que aún rodean la villa donde parece que uno ha
de toparse con Luis XI el rey zorra o
su ministro Tristán el
diablo, o maese Olivier el barbero, que por menos de una
higa os colgará, como fruta podrida, de los árboles del
Bosque, mientras Luis XI se entretiene charlando con los
despojados prisioneros en sus famosas jaulas y asegura pasar
su reinado mitad cazando, mitad enseñando a nadar a los
ingleses con armadura y todo, camino de Albión o de
Neptuno,
diablo, o maese Olivier el barbero, que por menos de una
higa os colgará, como fruta podrida, de los árboles del
Bosque, mientras Luis XI se entretiene charlando con los
despojados prisioneros en sus famosas jaulas y asegura pasar
su reinado mitad cazando, mitad enseñando a nadar a los
ingleses con armadura y todo, camino de Albión o de
Neptuno,
Si la linda Agnés tenía la gentil
costumbre de escotarse,
no es raro que entre partos y galopadas tan a flor de piel
muriera muy joven, que el frío no respeta nada, ni los más
deliciosos y dorados toronjiles femeninos.
no es raro que entre partos y galopadas tan a flor de piel
muriera muy joven, que el frío no respeta nada, ni los más
deliciosos y dorados toronjiles femeninos.
Esta era la Turena que le tocó en
suerte a Francois
Rabelais. Bueno, esa Turena ya era historia.
Rabelais. Bueno, esa Turena ya era historia.
En alguno de los conventos cuyas
propiedades adminis-
traba su padre Antoine pensó éste en hallarle acomodo,
y encontramos al fraile Francisco en el más próximo a Chi-
non, pero éste quiere estudiar y el primer escándalo se
produce ante los doctos varones de la Orden, y corre la
alarma, pues un mozuelo a quien apenas apunta el bozo
aprende el latín clásico digno de César o de Ciceron y ya
traba su padre Antoine pensó éste en hallarle acomodo,
y encontramos al fraile Francisco en el más próximo a Chi-
non, pero éste quiere estudiar y el primer escándalo se
produce ante los doctos varones de la Orden, y corre la
alarma, pues un mozuelo a quien apenas apunta el bozo
aprende el latín clásico digno de César o de Ciceron y ya
anda a la greña con el griego más puro. '"
Malgré lui, tiene
que saltar las tapias y dejar en ellas la
cogulla. Luego intenta y es admitido por los benedictinos.
¡La paz! Ni soñarla; hay entre ellos un espíritu de fronda,
capitaneado por el intransigente y lúgubre Calvino. De
nuevo Rabelais tiene que huir, y ahí se queda colgado su
hábito benedictino.
cogulla. Luego intenta y es admitido por los benedictinos.
¡La paz! Ni soñarla; hay entre ellos un espíritu de fronda,
capitaneado por el intransigente y lúgubre Calvino. De
nuevo Rabelais tiene que huir, y ahí se queda colgado su
hábito benedictino.
y aquí
vueltas y más vueltas hasta que aparece frente a él
el Mare Nostrum y la medicina. Y es aquí donde encuentra
sentido a la vida. En poco tiempo pasa la licenciatura y el
doctorado y llega a la cátedra, donde explica a Hipócrates
y Galeno en traducción perfecta que él hace del griego
y latín.
el Mare Nostrum y la medicina. Y es aquí donde encuentra
sentido a la vida. En poco tiempo pasa la licenciatura y el
doctorado y llega a la cátedra, donde explica a Hipócrates
y Galeno en traducción perfecta que él hace del griego
y latín.
Pasa luego a Lyón, donde gana la plaza
de director del
Hospital de la ciudad. Es cierto que no he encontrado más
Hospital de la ciudad. Es cierto que no he encontrado más
que las nóminas sin ningún otro documento. Tiene en
Lyón
de ayudante a Miguel Servet, y un día puede practicar en
público con la ciudad en peso presente una autopsia total.
de ayudante a Miguel Servet, y un día puede practicar en
público con la ciudad en peso presente una autopsia total.
Es de ahí donde arranca su gloria, y
un cardenal doctísi-
mo lo llama «el mejor médico de su época». Luego le
propone como secretario suyo en una misión oficial del rey
de Francia cerca del papa. De su estancia en Roma nos
quedan unas cartas. Asiste en Aigues Mortes a la entrevista
del rey con el emperador Carlos V. Tiene que acompañarlos
a París como secretario, y vuelta a Roma, donde es recibido
por el papa, y de ahí la reconciliación. El papa le otorga una
abadía en Francia, pero cuando llega Rabelais no encuentra
más que las paredes. Todo es abandono y ruinas. Se dirige
a varios príncipes de la Iglesia que conoció en sus viajes
y consigue el Arciprestazgo de Medun, con cuatro parro-
quias más, y aquí termina sus días, aunque historiadores
que se dicen serlo se empeñen en su muerte en París, donde
está para tratarse una cierta enfermedad renal.
mo lo llama «el mejor médico de su época». Luego le
propone como secretario suyo en una misión oficial del rey
de Francia cerca del papa. De su estancia en Roma nos
quedan unas cartas. Asiste en Aigues Mortes a la entrevista
del rey con el emperador Carlos V. Tiene que acompañarlos
a París como secretario, y vuelta a Roma, donde es recibido
por el papa, y de ahí la reconciliación. El papa le otorga una
abadía en Francia, pero cuando llega Rabelais no encuentra
más que las paredes. Todo es abandono y ruinas. Se dirige
a varios príncipes de la Iglesia que conoció en sus viajes
y consigue el Arciprestazgo de Medun, con cuatro parro-
quias más, y aquí termina sus días, aunque historiadores
que se dicen serlo se empeñen en su muerte en París, donde
está para tratarse una cierta enfermedad renal.
Parece que para ejercer la medicina en
Lyón pidió y le fue
concedido el pasar de clérigo regular a secular. Pero no fue
un défroqué, y el hecho de ser clérigo siempre y no un
renegado vulgar le hace más gigantesco y recto.
concedido el pasar de clérigo regular a secular. Pero no fue
un défroqué, y el hecho de ser clérigo siempre y no un
renegado vulgar le hace más gigantesco y recto.
Hay otros mil pasajes y anécdotas de
su vida que no vale
la pena ni explicar. Con Rabelais pasa como con don
Francisco de Quevedo. El pueblo, ¿quién es de verdad el
pueblo?, ha hecho de ellos unos bufonescos esperpentos. En
esto no se puede hacer nada; ¡pues vivan así! Que bufones
los prefiero, mientras vivan, que no imbéciles coronados de
oropel.
la pena ni explicar. Con Rabelais pasa como con don
Francisco de Quevedo. El pueblo, ¿quién es de verdad el
pueblo?, ha hecho de ellos unos bufonescos esperpentos. En
esto no se puede hacer nada; ¡pues vivan así! Que bufones
los prefiero, mientras vivan, que no imbéciles coronados de
oropel.
Y así como la bella, dulce y un tanto
dada al ramerismo
Pasifae consiguió que Dédalo le fabricase una linda vaqui-
lla donde, metida dentro, más dorada y desnuda que la
parió su madre, fuese montada por el blanco toro consa-
grado a Zeus (fue el toro el más sorprendido de engen-
drar a Minotauros y toda una civilización en Creta, como
al revés le sucede al Asno del Médico Apuleyo), así un ejem-
Pasifae consiguió que Dédalo le fabricase una linda vaqui-
lla donde, metida dentro, más dorada y desnuda que la
parió su madre, fuese montada por el blanco toro consa-
grado a Zeus (fue el toro el más sorprendido de engen-
drar a Minotauros y toda una civilización en Creta, como
al revés le sucede al Asno del Médico Apuleyo), así un ejem-
plo puedo añadir en que el más despistado es el
autor.
¿Acaso no se encontró Satán el
Fulminado asociado a la
obra de la redención después de la tentación de Adán y Eva
como colector de almas que le hicieron frente y fueron
a ocupar los vacíos tronos celestes?
obra de la redención después de la tentación de Adán y Eva
como colector de almas que le hicieron frente y fueron
a ocupar los vacíos tronos celestes?
Pues así, el último en imaginarse el
éxito, le aconteció
a Rabelais al escribir su Pantagruel, bien embuchado de
groserías y de medicina.
a Rabelais al escribir su Pantagruel, bien embuchado de
groserías y de medicina.
Y ahora será bueno que demos un repaso a sus
escritos.
-¡Alto! -bramó Panurgo-. Si quieren saber de ellos,
ahí van, y necio fuera que obra de tanto trabajo la analice
vuesa merced, que si los clásicos sólo viven pero no se leen,
no faltaría más que dieciséis años de trabajo los vaciarais
ahora como quien se aligera los riñones.
-¡Alto! -bramó Panurgo-. Si quieren saber de ellos,
ahí van, y necio fuera que obra de tanto trabajo la analice
vuesa merced, que si los clásicos sólo viven pero no se leen,
no faltaría más que dieciséis años de trabajo los vaciarais
ahora como quien se aligera los riñones.
-A esto me sumo -dijo el fraile-. Que
enjundia cagada
no es ni tuétano ni nada.
no es ni tuétano ni nada.
Y arrimándose a la boca una frasca de Fondillón,
entonó
esta canción: •
Volad, «butifarretes», blancos, negros y rojos;
volad, recios jamones, capones doraditos,
volad, recios jamones, capones doraditos,
que la garganta abierta la tengo para vos"
y para cochinillas, langostas y gazapos,
conejos, liebres, lomos, tripas o callos,
cebolletas en vinagre y todo a vuestro antojo,
hasta el tierno lechazo o el compadre lechal,
que, vino sobre vino, todo lo iré cociendo
dentro de mi bandullo, tal y como hace el
conejos, liebres, lomos, tripas o callos,
cebolletas en vinagre y todo a vuestro antojo,
hasta el tierno lechazo o el compadre lechal,
que, vino sobre vino, todo lo iré cociendo
dentro de mi bandullo, tal y como hace el
mi rey PantagrueL
Perdonad, pero, ante esta gloriosa
orgía, ya leeréis
vosotros, que he visto unas pechuguillas nada despreciables
y antes que otro les meta mano voy por ellas.
vosotros, que he visto unas pechuguillas nada despreciables
y antes que otro les meta mano voy por ellas.
y quedad
tranquilos: "J e tire ma révérence".
........................................
DE COMO PANTAGRUEL
JUZGÓ EN UNA CONTROVERSIA MARAVILLOSAMENTE OSCURA Y
DIFICIL CON TAL TINO Y
ACIERTO,
QUE FUE SU JUICIO JUSTAMENTE REPUTADO POR ADMIRABLE Y SIN PAR
Quiso un buen día Pantagruel, recordando los consejos
y admoniciones de su padre, calar el meollo de su sapienza
y buen juzgar.
y admoniciones de su padre, calar el meollo de su sapienza
y buen juzgar.
No ocurriéndosele mejor manera
para demostrarlo que
pegar en todas las esquinas de la ciudad nueve mil setecien-
tas sesenta y cuatro conclusiones en unos pasquines en los
que se trataba de toda clase del saber humano, con las mis
arduas, sutiles y embrolladas cuestiones de la ciencia.*
Empezando por la calle de Feurre*, arremetió contra
pegar en todas las esquinas de la ciudad nueve mil setecien-
tas sesenta y cuatro conclusiones en unos pasquines en los
que se trataba de toda clase del saber humano, con las mis
arduas, sutiles y embrolladas cuestiones de la ciencia.*
Empezando por la calle de Feurre*, arremetió contra
todos los profesores, estudiantes en arte y oradores, lan-
zándolos por tierra en terrible bateculo. En la Sorbona
arguyó contra los teólogos por espacio de seis semanas,
desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde, salvo
un intervalo de dos horas que dedicaba a su copioso yantar.
Asistieron a estas controversias la mayoría de los señores
de la corte, oidores del consejo de Estado, presidentes,
consejeros, gente del Tribunal de Cuentas, secretarios,
abogados y otros, con los concejales de la ciudad, junto con
los médicos y profesores y adjuntos de la Facultad de
Derecho Canónico.* Habéis de saber que la mayoría,
zándolos por tierra en terrible bateculo. En la Sorbona
arguyó contra los teólogos por espacio de seis semanas,
desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde, salvo
un intervalo de dos horas que dedicaba a su copioso yantar.
Asistieron a estas controversias la mayoría de los señores
de la corte, oidores del consejo de Estado, presidentes,
consejeros, gente del Tribunal de Cuentas, secretarios,
abogados y otros, con los concejales de la ciudad, junto con
los médicos y profesores y adjuntos de la Facultad de
Derecho Canónico.* Habéis de saber que la mayoría,
* Se había conservado la afición de la Edad Media por las grandes discusiones públicas.
El erudito que quería
«argumentar» ponía carteles con sus tesis o «conclusiones».
Pico de la Mirándola se hizo célebre por haber puesto 900.
Pico de la Mirándola se hizo célebre por haber puesto 900.
* De du fouarre,
es decir, de la paja que se ponía en los suelos de las aulas de la Facultad
de Artes. Los estudiantes no tenían ni bancos para las clases y las atendían desde el suelo,
sobre un montón de paja que pagaban aparte.
de Artes. Los estudiantes no tenían ni bancos para las clases y las atendían desde el suelo,
sobre un montón de paja que pagaban aparte.
* Alusión directa a la famosa polémica sobre el averroísmo sostenida en la Sorbona
entre Siger de Brabante y Tomás de Aquino. Después del tiempo indicado por Rabelais,
quedó vencedor Santo Tomás. Lo que sucedió es que los alumnos y oyentes parece que se aburrían bastante, y, dejando a sus maestros discutir en sus cátedras, ellos corrían tabernas y mozas, de lo que nació la palabra libertinos. Y, entendámonos, para aguantar sobre paja podrida tan eruditas disquisiciones, yo creo muy respetable su actitud de empuñar la jarra de vino con una buena y alegre señora sentada en sus rodillas.
entre Siger de Brabante y Tomás de Aquino. Después del tiempo indicado por Rabelais,
quedó vencedor Santo Tomás. Lo que sucedió es que los alumnos y oyentes parece que se aburrían bastante, y, dejando a sus maestros discutir en sus cátedras, ellos corrían tabernas y mozas, de lo que nació la palabra libertinos. Y, entendámonos, para aguantar sobre paja podrida tan eruditas disquisiciones, yo creo muy respetable su actitud de empuñar la jarra de vino con una buena y alegre señora sentada en sus rodillas.
394
oyendo a Pantagruel, tascaron el freno
mordiéndose la
lengua. A pesar de sus silogismos y sofismas, dejóles
a todos corridos, demostrando que no eran más que
terneros faldones,* togados.
a todos corridos, demostrando que no eran más que
terneros faldones,* togados.
Dándose el caso
que todo el mundo se hacía lenguas de
su maravilloso saber. Hasta las lavanderas, baratijeras,
cocineras, cuchilleras y demás mujerucas decían, cuando
pasaba por la calle: «Este es él.» Y esto le halagaba tanto
como al propio Demóstenes, príncipe de los oradores
griegos, cuando una vieja en cuclillas, señalándole con el
dedo, dijo: «Este es.*
su maravilloso saber. Hasta las lavanderas, baratijeras,
cocineras, cuchilleras y demás mujerucas decían, cuando
pasaba por la calle: «Este es él.» Y esto le halagaba tanto
como al propio Demóstenes, príncipe de los oradores
griegos, cuando una vieja en cuclillas, señalándole con el
dedo, dijo: «Este es.*
Dábase la
casualidad de que por aquellas calendas había
en la corte un pleito entre los señores Baisecul, demandan-
te, y Humevesne, demandado, que no había forma de
zurcir ni remendar. Tan dificultosa era su controversia, que
casi podría decirse que en el tribunal no se hablaba otro
idioma más que el alto alemán.
en la corte un pleito entre los señores Baisecul, demandan-
te, y Humevesne, demandado, que no había forma de
zurcir ni remendar. Tan dificultosa era su controversia, que
casi podría decirse que en el tribunal no se hablaba otro
idioma más que el alto alemán.
Por orden del rey se reunieron
los cuatro
sabios más
grandes y de más enjundia de todos los parlamentos
franceses, junto con el Gran Consejo y los principales
profesores de las universidades, no solamente de Fran-
cia, sino también de Inglaterra e Italia. Estaban allí Ja-
són de Padua*, Philippe Dece de Pavía*, Petrus de Petro-
nibus, conocidísimo en su propia casa a la hora de yan-
tar, y una muchedumbre de viejos sabios. Aunque estu-
vieron reunidos por más de cuarenta y seis semanas,
no pudieron hincarle el diente, ni llegar a claridad al-
guna por ningún medio. Quedaron tan despechados que
se ciscaban avergonzados y con mucho impudor y mal
olor.
grandes y de más enjundia de todos los parlamentos
franceses, junto con el Gran Consejo y los principales
profesores de las universidades, no solamente de Fran-
cia, sino también de Inglaterra e Italia. Estaban allí Ja-
són de Padua*, Philippe Dece de Pavía*, Petrus de Petro-
nibus, conocidísimo en su propia casa a la hora de yan-
tar, y una muchedumbre de viejos sabios. Aunque estu-
vieron reunidos por más de cuarenta y seis semanas,
no pudieron hincarle el diente, ni llegar a claridad al-
guna por ningún medio. Quedaron tan despechados que
se ciscaban avergonzados y con mucho impudor y mal
olor.
* Todos los doctores y gentes de justicia llevaban toga.
* Véase Cicerón, Tusculanes, v. XXXVI.
* Mainus, llamado ]asón de Padua (1485-1519).
* Profesor de Derecho de Pisa y Pavía, nombrado consejero en el Parlamento de Bourges, luego en el de Valence. Murió en 1535.
395
Pero uno de ellos, llamado Du Douhet*, que era el más
sabio, el más experto y prudente de todos, un día en que
tenía el cerebro más desconcertado que nunca, les dijo:
-Señores míos, hace largo tiempo ya que estamos aquí
sin hacer otra cosa que desgastarnos el cerebro; no pode-
mos encontrar ni pies ni cabeza a este asunto, y, cuanto más
lo estudiamos, menos lo entendemos, lo que para nosotros
es una gran vergüenza y cargo de conciencia, porque sólo
divagamos cuando damos nuestras conferencias. Ved lo
que he pensado. Seguramente habéis oído hablar de ese
gran personaje llamado Pantagruel, cuya sabiduría sobre-
pasa en mucho la de la época y de las numerosas polémicas
que ha sostenido públicamente contra todos nosotros.
Propongo que le llamemos y consultemos con él sobre este
asunto, porque si él no lo resuelve, nadie conseguirá
resolverlo nunca.
sin hacer otra cosa que desgastarnos el cerebro; no pode-
mos encontrar ni pies ni cabeza a este asunto, y, cuanto más
lo estudiamos, menos lo entendemos, lo que para nosotros
es una gran vergüenza y cargo de conciencia, porque sólo
divagamos cuando damos nuestras conferencias. Ved lo
que he pensado. Seguramente habéis oído hablar de ese
gran personaje llamado Pantagruel, cuya sabiduría sobre-
pasa en mucho la de la época y de las numerosas polémicas
que ha sostenido públicamente contra todos nosotros.
Propongo que le llamemos y consultemos con él sobre este
asunto, porque si él no lo resuelve, nadie conseguirá
resolverlo nunca.
De buen grado accedieron los consejeros y
doctores.
Mandaron llamar a Pantagruel sin dilación y rogáronle
que estudiase y escudriñase el pleito, para que, una vez
visto, diese un informe, tal y como a él le pareciese en buena
ciencia jurídica. Le entregaron los sacos y actas, que
abultaban tanto como la carga de cuatro gordos asnos
sementales. Pero Pantagruel les dijo:
Mandaron llamar a Pantagruel sin dilación y rogáronle
que estudiase y escudriñase el pleito, para que, una vez
visto, diese un informe, tal y como a él le pareciese en buena
ciencia jurídica. Le entregaron los sacos y actas, que
abultaban tanto como la carga de cuatro gordos asnos
sementales. Pero Pantagruel les dijo:
- ¿
Señores, viven aún los dos demandantes?
Le contestaron que sí.
Le contestaron que sí.
- Entonces,
¿ de qué diablos sirven estos fárragos de
papeles y copias que me entregáis? -contestó Panta-
gruel-. ¿No es mejor oír su debate directamente que leer
estos papelotes, que no son más que engaños, cautelas
diabólicas de Cepola" y subversión del derecho? Porque
estoy seguro de que ustedes y todos los que han interveni-
papeles y copias que me entregáis? -contestó Panta-
gruel-. ¿No es mejor oír su debate directamente que leer
estos papelotes, que no son más que engaños, cautelas
diabólicas de Cepola" y subversión del derecho? Porque
estoy seguro de que ustedes y todos los que han interveni-
* Briand Vallée, señor de Du Douhet, consejero del
Parlamento de Burdeos, muerto
antes de 1544. Amigo de las buenas letras y de los humanistas. Seguramente lo conoció
Rabelais cuando era presidente en el tribunal de Saintes, antes de 1527, y lo nombra de nuevo en términos elogiosos en el 1. IV, cap. XXXVII.
antes de 1544. Amigo de las buenas letras y de los humanistas. Seguramente lo conoció
Rabelais cuando era presidente en el tribunal de Saintes, antes de 1527, y lo nombra de nuevo en términos elogiosos en el 1. IV, cap. XXXVII.
* Este jurisconsulto de Verona (siglo xv) publicó bajo el título de Cautela un compendio de formas de eludir la ley.
396
do en el proceso han desvirtuado en «pro y contra».
Aun en
el caso de que su controversia fuese clara y fácil de estudiar,
la han oscurecido con necias y disparatadas razones e inep-
tas opiniones de Accurse, Balde, Bartole, de Castro, de
Imola, Hyppolytus, Panorme, Bertachin, Alexandre, Cur-
tius y otros viejos mastines que jamás supieron entender
la menor ley de las Pandectas y no eran más que grandes
carneros de diezmo cerrados a todo conocimiento del
derecho.
el caso de que su controversia fuese clara y fácil de estudiar,
la han oscurecido con necias y disparatadas razones e inep-
tas opiniones de Accurse, Balde, Bartole, de Castro, de
Imola, Hyppolytus, Panorme, Bertachin, Alexandre, Cur-
tius y otros viejos mastines que jamás supieron entender
la menor ley de las Pandectas y no eran más que grandes
carneros de diezmo cerrados a todo conocimiento del
derecho.
»Porque ciertamente no sabían ni el
latín ni el griego
y solamente las lenguas gótica* y bárbara. Las leyes están
tomadas primeramente del griego, como atestigua Ulpiano
en l. posteriori De orgi juris* y están llenas de sentencias
y palabras griegas. Después se redactaron en el idioma
latino más florido y elegante que darse pueda. Sin excep-
tuar a Salustio, ni Varrón, ni Cicerón, ni Séneca, ni T.
Livio, ni Quintiliano. ¿ Cómo, pues, iban a entender el
texto de las leyes estos viejos amodorrados, si nunca vieron
un buen libro en lengua latina, como se aprecia muy bien
por su estilo, que más parece de deshollinador o de
cocinero y miserable marmitón que de jurisconsulto?
y solamente las lenguas gótica* y bárbara. Las leyes están
tomadas primeramente del griego, como atestigua Ulpiano
en l. posteriori De orgi juris* y están llenas de sentencias
y palabras griegas. Después se redactaron en el idioma
latino más florido y elegante que darse pueda. Sin excep-
tuar a Salustio, ni Varrón, ni Cicerón, ni Séneca, ni T.
Livio, ni Quintiliano. ¿ Cómo, pues, iban a entender el
texto de las leyes estos viejos amodorrados, si nunca vieron
un buen libro en lengua latina, como se aprecia muy bien
por su estilo, que más parece de deshollinador o de
cocinero y miserable marmitón que de jurisconsulto?
»Además, si
las leyes dimanan de la filosofía
natural y de
la ética, ¿cómo, ¡vive Dios!, podrán entenderla estos locos
que han estudiado menos filosofía que mi mula? Están tan
cargados de letras, historia y conocimiento de la antigüe-
dad como lo está de plumas un sapo. Pero algún día
demostraré por escrito que no se puede entender el derecho
sin esta cultura.
la ética, ¿cómo, ¡vive Dios!, podrán entenderla estos locos
que han estudiado menos filosofía que mi mula? Están tan
cargados de letras, historia y conocimiento de la antigüe-
dad como lo está de plumas un sapo. Pero algún día
demostraré por escrito que no se puede entender el derecho
sin esta cultura.
»Por lo que, si queréis que
entienda en este litigio,
haced
primero quemar todos estos papelotes y luego traedme
a los dos caballeros, y cuando los haya oído expresaré mi
opinión sin ambages ni disimulos.
primero quemar todos estos papelotes y luego traedme
a los dos caballeros, y cuando los haya oído expresaré mi
opinión sin ambages ni disimulos.
*Son los principales glosadores del derecho romano, los «bordadores» de glosas, que lo habían oscurecido y del cual querían librarlo los hombres del Renacimiento.
*Así llama Laurent Valla al latín macarrónico de los glosadores de la Edad Media.
*No fue Ulpiano, sino Pomponius.
397
A esto se opusieron muchos, porque sabido es que en
toda reunión de gentes hay muchos más tontos que
discretos y siempre los más se sobreponen a los mejores,
como dice Tito Livio hablando de los cartagineses. Pero
Du Douhet sostuvo virilmente su opinión, diciendo que
Pantagruel había hablado bien y que esos registros, encues-
tas, réplicas, alegatos, eximentes y otras zarandajas no
tendían más que a subvertir el derecho y prolongar el
proceso. Añadió que el diablo se los llevase a todos si no
procedían con equidad evangélica y filosófica.
toda reunión de gentes hay muchos más tontos que
discretos y siempre los más se sobreponen a los mejores,
como dice Tito Livio hablando de los cartagineses. Pero
Du Douhet sostuvo virilmente su opinión, diciendo que
Pantagruel había hablado bien y que esos registros, encues-
tas, réplicas, alegatos, eximentes y otras zarandajas no
tendían más que a subvertir el derecho y prolongar el
proceso. Añadió que el diablo se los llevase a todos si no
procedían con equidad evangélica y filosófica.
Así fueron quemados todos los papeles y convocaron
a los dos gentiles hombres. Al verlos, dijo Pantagruel:
-¿Son ustedes los que tienen esa gran querella?
-¿Son ustedes los que tienen esa gran querella?
- Sí, señor - contestaron-.
-¿Quién es el demandante?
-preguntó Pantagruel.
- Yo - repuso el señor de
Baisecul.
- Pues entonces, amigo mío,
contadme vuestro
asunto,
punto por punto y según la pura verdad. Porque, voto
a Dios, si cambiáis una sola palabra, os arrancaré la cabeza
de los hombros y os enseñaré que se tiene que decir la
verdad en los juicios y en honor a la justicia. No añadáis ni
quitéis nada al relato de vuestro caso. Decid.
a Dios, si cambiáis una sola palabra, os arrancaré la cabeza
de los hombros y os enseñaré que se tiene que decir la
verdad en los juicios y en honor a la justicia. No añadáis ni
quitéis nada al relato de vuestro caso. Decid.
CAPITULO ONCE
DE COMO LOS SEÑORES DE BAISECUL Y HUMEVESNE
PLEITEARON
ANTE PANTAGRUEL SIN ABOGADOS
Así, pues, comenzó Baisecul
de la siguiente manera:
- Señor, una buena mujer de mi casa llevaba unos huevos
al mercado para venderlos ...*
- Señor, una buena mujer de mi casa llevaba unos huevos
al mercado para venderlos ...*
- Cúbrase, Baisecul -dijo Pantagruel.*
-Grandes gracias, señor -dijo Baisecul-. Pero por
aquel entonces pasaban entre los trópicos seis blancos hacia
el cenit, había gran aridez en los montes rifeños, además de
una sedición de Pamplinas promovida entre los de Jeri-
gonza y los de Peonza a causa de la rebelión de los suizos,
que se habían juntado en número de buen bies, para ir al
aguijón nuevo el primer hueco del año en que se da sopa
a los bueyes y la llave del carbón a las mozas para que les
echen avena a los perros.
aquel entonces pasaban entre los trópicos seis blancos hacia
el cenit, había gran aridez en los montes rifeños, además de
una sedición de Pamplinas promovida entre los de Jeri-
gonza y los de Peonza a causa de la rebelión de los suizos,
que se habían juntado en número de buen bies, para ir al
aguijón nuevo el primer hueco del año en que se da sopa
a los bueyes y la llave del carbón a las mozas para que les
echen avena a los perros.
»No se hizo otra
cosa en toda la noche más que
despachar con un cubilete en la mano bulas a pie y bulas.
despachar con un cubilete en la mano bulas a pie y bulas.
* Estos
capítulos parecen
morcillas
de cómicos y, en especial, aunque
tienen su interés,
no forman
una unidad sólida;
es más un
embuchado que
no viene a
cuento. Pero
si Rabelais
quiso esta cabriola y echar las patas por alto, burlándose de sus lectores, yo le dejo hacer lo
que quiso y no voy a amargarle sus alegrías intentando ordenar tan desmadejada novela.
quiso esta cabriola y echar las patas por alto, burlándose de sus lectores, yo le dejo hacer lo
que quiso y no voy a amargarle sus alegrías intentando ordenar tan desmadejada novela.
De todas maneras, si tenéis el ojo atento, mucho y bueno encontraréis aquí, claro que,
como ya dije en Gargantúa, todo el «envés» es cuestión de mucho trabajar para encontrarlo.
Además, por aquellas épocas, la gente era muy dada a comprar toda clase de profecías, de las
que nos han quedado algunas famosísimas. Esta clase de literatura no era más que alegres
y sesudos disparates para hacer reír o embaucar a la gente. Cierto que entre ellas se alinean
San Malaquías, Nostradamus y el emponzoñado Mingo Revulgo, que, riendo poco, hizo
política de lo más anarquizante por tierras de España y con la peor intención. ¿Acaso, pues,
Rabelais no podía ser tentado por tan curiosa y pedestre literatura si tenía una venta
asegurada?
* Los nobles sólo se descubrían ante el rey y guardaban su tocado hasta en la mesa. Incluso en su casa, los campesinos conservaban su gorro.
como ya dije en Gargantúa, todo el «envés» es cuestión de mucho trabajar para encontrarlo.
Además, por aquellas épocas, la gente era muy dada a comprar toda clase de profecías, de las
que nos han quedado algunas famosísimas. Esta clase de literatura no era más que alegres
y sesudos disparates para hacer reír o embaucar a la gente. Cierto que entre ellas se alinean
San Malaquías, Nostradamus y el emponzoñado Mingo Revulgo, que, riendo poco, hizo
política de lo más anarquizante por tierras de España y con la peor intención. ¿Acaso, pues,
Rabelais no podía ser tentado por tan curiosa y pedestre literatura si tenía una venta
asegurada?
* Los nobles sólo se descubrían ante el rey y guardaban su tocado hasta en la mesa. Incluso en su casa, los campesinos conservaban su gorro.
399
a caballo a fin de
detener los barcos, ya que los modistas
querían, a base de retales sisados, hacer una cerbatana para
que cubriese a la mar Oceana, quien por entonces estaba
preñada de una olla de coles, según opinión de los gaville-
ros de heno. En cambio, los físicos decían que por análisis
de su orina no encontraban signos evidentes de que con
pasos de avutarda comiese hachas con mostaza, sino que
los señores de la Corte ordenasen por bemol a la viruela
que dejase de atacar a los gusanos de seda. Porque los
bergantes, bastante trabajo tenían en bailar el estrindore al
diapasón, con un pie en el fuego y la cabeza en medio,
como decía el buen Ragot.
querían, a base de retales sisados, hacer una cerbatana para
que cubriese a la mar Oceana, quien por entonces estaba
preñada de una olla de coles, según opinión de los gaville-
ros de heno. En cambio, los físicos decían que por análisis
de su orina no encontraban signos evidentes de que con
pasos de avutarda comiese hachas con mostaza, sino que
los señores de la Corte ordenasen por bemol a la viruela
que dejase de atacar a los gusanos de seda. Porque los
bergantes, bastante trabajo tenían en bailar el estrindore al
diapasón, con un pie en el fuego y la cabeza en medio,
como decía el buen Ragot.
»Ah, señores, Dios lo modera
todo a su placer, y contra
la cambiante fortuna, un carretero se rompió las narices
contra su propio látigo. Esto fue al volver de la Bicoca,
cuando se licenció en torpeza maese Antidus des Crosso-
niers y, como dicen los canonistas: Beati lourdes, quoniam
ipsi trebuchaverunt.
la cambiante fortuna, un carretero se rompió las narices
contra su propio látigo. Esto fue al volver de la Bicoca,
cuando se licenció en torpeza maese Antidus des Crosso-
niers y, como dicen los canonistas: Beati lourdes, quoniam
ipsi trebuchaverunt.
»Pero, por
Sainct-Fiacre de Brie, lo que hace que la
cuaresma sea tan encomiable no es otra cosa que:
cuaresma sea tan encomiable no es otra cosa que:
»Pentecostés
siempre resulta muy costosa.
siempre resulta muy costosa.
Mayo llega antes.
Poca lluvia aplaca gran viento.
»Por supuesto, el
sargento me puso la diana tan alta que
el escribano, orbicularmente, se lamía los dedos mancha-
dos de arena y manifiestamente veíamos que todos se
cogían las narices, echando la vista en perspectiva hacia la
chimenea, donde cuelga la muestra de vino de cuarenta
cinchas que son las necesarias para veinte medias de
quincalla. Además, que no quería soltar el pájaro ante el
pastel de hojaldre que lo descubriría, porque a menudo se
pierde la memoria calzándose al revés. j Y que Dios guarde
de todo mal a Thibault Mitaine!
el escribano, orbicularmente, se lamía los dedos mancha-
dos de arena y manifiestamente veíamos que todos se
cogían las narices, echando la vista en perspectiva hacia la
chimenea, donde cuelga la muestra de vino de cuarenta
cinchas que son las necesarias para veinte medias de
quincalla. Además, que no quería soltar el pájaro ante el
pastel de hojaldre que lo descubriría, porque a menudo se
pierde la memoria calzándose al revés. j Y que Dios guarde
de todo mal a Thibault Mitaine!
400
- Alto, alto, amigo
mío, hablad seguido y sin encoleriza-
ras. Entiendo el caso;
seguid -dijo
Pantagruel.
- Así, señor
-continuó Baisecul-, esa buena mujer,
rezando sus gaudes y sus audi nos, no pudo cubrirse de un
falso revés sufrido por la virtud gaya de los privilegios de la
Universidad, sino que tuvo que rociarse a la manera
inglesa, cubriéndolo con un siete de bastos y tirándole una
estocada volante muy cerca del lugar donde venden las
viejas banderas que usan los pintores flamencos para herrar
correctamente a las cigarras. Y me pasma mucho que el
mundo no ponga huevos, cuando resulta tan agradable
cubrir.
rezando sus gaudes y sus audi nos, no pudo cubrirse de un
falso revés sufrido por la virtud gaya de los privilegios de la
Universidad, sino que tuvo que rociarse a la manera
inglesa, cubriéndolo con un siete de bastos y tirándole una
estocada volante muy cerca del lugar donde venden las
viejas banderas que usan los pintores flamencos para herrar
correctamente a las cigarras. Y me pasma mucho que el
mundo no ponga huevos, cuando resulta tan agradable
cubrir.
Aquí, el señor de
Humevesne quiso interrumpir y decir
algo, por lo que le interpeló Pantagruel de esta manera.
algo, por lo que le interpeló Pantagruel de esta manera.
- Por el vientre
de San Antonio, ¿ acaso te
corresponde
explicarte cuando no te lo mandan? Estoy aquí sudando
copiosamente para entender vuestras diferencias y j aún
vienes a importunarme! ¡Paz, por el demonio, paz! Habla-
rás todo lo que quieras cuando éste haya terminado. Seguid
-dijo a Baisecul-, y no os apresuréis.
explicarte cuando no te lo mandan? Estoy aquí sudando
copiosamente para entender vuestras diferencias y j aún
vienes a importunarme! ¡Paz, por el demonio, paz! Habla-
rás todo lo que quieras cuando éste haya terminado. Seguid
-dijo a Baisecul-, y no os apresuréis.
- Viendo, pues -
dijo Baisecul-, que
la sanción pragmá-
tica no lo menciona y que el papa permite que cada uno se '"
pedorree a sus anchas si los muletones no estuviesen
rayados, por mucha pobreza que haya en el mundo,
tica no lo menciona y que el papa permite que cada uno se '"
pedorree a sus anchas si los muletones no estuviesen
rayados, por mucha pobreza que haya en el mundo,
a condición de que no se
persignen con picardía. El arco
iris, recién salido de Milán para incubar las alondras,
consintió que la buena mujer descalcañase a los heréticos,
por la protesta de los pececillos acojonados que eran
necesarios para entender la construcción de las viejas botas.
iris, recién salido de Milán para incubar las alondras,
consintió que la buena mujer descalcañase a los heréticos,
por la protesta de los pececillos acojonados que eran
necesarios para entender la construcción de las viejas botas.
»Pero Juan el
Becerro, primo hermano suyo, movido
por un tronco de mejillones, le aconsejó que no se pusiese
en tal brete de apoyar el vapor repicatorio sin primero
impregnar de alumbre el papel de seda, vergé, florete de
estraza y pautado, porque:
por un tronco de mejillones, le aconsejó que no se pusiese
en tal brete de apoyar el vapor repicatorio sin primero
impregnar de alumbre el papel de seda, vergé, florete de
estraza y pautado, porque:
»Non de ponte vadit, qui cum sapientia
cadit,
401
y que los
señores del Tribunal de Cuentas no se ponían de
acuerdo en la suma de flautas alemanas con las cuales se
habían construido Las antiparras de los príncipes, impresas
recientemente en Amberes.
acuerdo en la suma de flautas alemanas con las cuales se
habían construido Las antiparras de los príncipes, impresas
recientemente en Amberes.
»Y he aquí, señores, que hacen un mal informe y creen
a la parte adversa in sacer verbo dotis. Queriendo obedecer
al deseo del rey, me armé de pies a cabeza con una panzada
para ir a ver cómo mis vendimiado res habían despedazado
sus grandes bonetes para jugar a los espantapájaros; el
tiempo era peligroso en la feria, ya que varios francotirado-
res habían sido echados, a pesar de que las chimeneas tenían
la altura de la proporción del esparaván y el gabarro del
amigo Baudichon.
a la parte adversa in sacer verbo dotis. Queriendo obedecer
al deseo del rey, me armé de pies a cabeza con una panzada
para ir a ver cómo mis vendimiado res habían despedazado
sus grandes bonetes para jugar a los espantapájaros; el
tiempo era peligroso en la feria, ya que varios francotirado-
res habían sido echados, a pesar de que las chimeneas tenían
la altura de la proporción del esparaván y el gabarro del
amigo Baudichon.
»Gracias a esto hubo abundancia de galanpernas en todo
el país de Artois, lo que no resultó pequeña enmienda para
esos señores, portadores de cotas, cuando se comían sin
desenvainar las cáscaras de gallocigrullas a panza suelta. Si
de mí dependiese, todos tendrían buena voz, se jugaría
mucho mejor al juego de pelota, y todas esas finezas
consistentes en etimologizar los patines bajarían más fácil-
mente por el Sena, sirviendo el Puente de los Molineros,
como lo decretó antaño el rey de Canarre, y el fallo está en
la escribanía de este tribunal.
el país de Artois, lo que no resultó pequeña enmienda para
esos señores, portadores de cotas, cuando se comían sin
desenvainar las cáscaras de gallocigrullas a panza suelta. Si
de mí dependiese, todos tendrían buena voz, se jugaría
mucho mejor al juego de pelota, y todas esas finezas
consistentes en etimologizar los patines bajarían más fácil-
mente por el Sena, sirviendo el Puente de los Molineros,
como lo decretó antaño el rey de Canarre, y el fallo está en
la escribanía de este tribunal.
»Por lo cual, señor, pido que por Vuestra Señoría sea
dicho y declarado en justicia con daños y perjuicios.
Entonces dijo Pantagruel.;
- Amigo mío, ¿ terminó ya usted?
Contestó Baisecul:
Contestó Baisecul:
-Sí, señor; he contado el meollo del
asunto y no he
cambiado nada, por mi honor.*
cambiado nada, por mi honor.*
-Ahora le toca a usted -dijo Pantagruel-, señor de
Humevesne. Decid lo que tengáis que decir y abreviad si es
posible, sin dejar nada importante que pueda servir para el
caso.
Humevesne. Decid lo que tengáis que decir y abreviad si es
posible, sin dejar nada importante que pueda servir para el
caso.
CAPITULO DOCE
DE COMO EL SEÑOR DE HUMEVESNE PLEITEO ANTE PANTAGRUEL
Comenzó el señor de Humevesne de la siguiente
manera:
manera:
- Señoría y señores de la Corte: si resultase tan fácil
juzgar la iniquidad de los hombres como ver las moscas en
la leche, el mundo, ¡por cuatro bueyes!, no estaría tan
comido por las ratas, y muchas orejas vilmente roídas, aún
estarían enteras. Porque, aunque todo lo que dijo la parte
adversa sea verdad, en cuanto a la letra e historia del
factum, señores, la malicia, fullería y los pequeños tropie-
zos se esconden bajo la manta.
juzgar la iniquidad de los hombres como ver las moscas en
la leche, el mundo, ¡por cuatro bueyes!, no estaría tan
comido por las ratas, y muchas orejas vilmente roídas, aún
estarían enteras. Porque, aunque todo lo que dijo la parte
adversa sea verdad, en cuanto a la letra e historia del
factum, señores, la malicia, fullería y los pequeños tropie-
zos se esconden bajo la manta.
»¿Por qué tengo que aguantar que cuando como mi so-
pa, sin mal pensar ni decir, me vengan a rastrillar y pertur-
bar el cerebro tocándome la muletilla y diciéndome:
pa, sin mal pensar ni decir, me vengan a rastrillar y pertur-
bar el cerebro tocándome la muletilla y diciéndome:
Quien bebe,
comiéndose la sopa,
cuando muere no ve ni una gota?
cuando muere no ve ni una gota?
Y, por la Santa Señora, ¿ a cuántos capitanes gordos hemos
visto en pleno campo de batalla que mientras se distribuían
los golpes de pan bendito tocaban el laúd, se pedorreaban
y daban saltitos en plataforma para mejor buzarse?
visto en pleno campo de batalla que mientras se distribuían
los golpes de pan bendito tocaban el laúd, se pedorreaban
y daban saltitos en plataforma para mejor buzarse?
»Mas ahora el mundo está trastornado por los paños de
balas de Lucestres, uno se pervierte, el otro cinco, cuatro
y dos, y si la Corte no pone remedio, costará tanto trabajo
adujar como hace o bien hará los cubiletes. Si una pobre
criatura va al sudadero para adornarse los morros con
balas de Lucestres, uno se pervierte, el otro cinco, cuatro
y dos, y si la Corte no pone remedio, costará tanto trabajo
adujar como hace o bien hará los cubiletes. Si una pobre
criatura va al sudadero para adornarse los morros con
403
boñigas de vaca o para comprar botas de invierno, cuando
pasan sargentos o alguno de la ronda, reciben la decocción
de un enema o la materia fecal de una silla perforada sobre
sus bataholas. ¿Deben por eso mismo roer las tetas y freír
los escudos de madera?
pasan sargentos o alguno de la ronda, reciben la decocción
de un enema o la materia fecal de una silla perforada sobre
sus bataholas. ¿Deben por eso mismo roer las tetas y freír
los escudos de madera?
»Algunas veces pensamos lo uno y Dios hace lo otro, y,
cuando se ha puesto el sol, todos los animales están a la
sombra. Que no me crean si no lo pruebo debidamente con
gentes de pleno día.
cuando se ha puesto el sol, todos los animales están a la
sombra. Que no me crean si no lo pruebo debidamente con
gentes de pleno día.
»En el año treinta y seis compré un frisón de Alemania,
alto y corto, de buena lana, azogado en forma de granada,
como aseguraban, y, sin embargo, el notario puso pegas.
No soy clérigo que tome la luna con los dientes, pero en el
tarro de la mantequilla donde se sellaban los instrumentos
volcánicos, el rumor era de que el buey salado hacía que se
encontrase el vino sin necesidad de velas, aunque estuviese
escondido en el fondo de un saco de carbón, enfundado
y reforzado con testera y pancera especialmente idóneos
para bien freír la rustina, que es cabeza de cordero. y así es
como dice el proverbio que da gusto ver vacas negras de
madera quemada cuando se goza de amores. Hice que
consultasen sobre esto a los señores clérigos, y como I
solución hallaron en «Frisesomorum« que no hay como
segar en verano en un sótano bien adornado de papel
y tinta, de plumas y cortaplumas de Lyón sobre el Ródano,
tarabín tarabás. Porque inmediatamente que un arnés huele
las aguas, el óxido se le come el hígado y no se hace otra
cosa más que negarse al tortícolis, floreteando la siesta. Por
esto resulta tan cara la sal.
alto y corto, de buena lana, azogado en forma de granada,
como aseguraban, y, sin embargo, el notario puso pegas.
No soy clérigo que tome la luna con los dientes, pero en el
tarro de la mantequilla donde se sellaban los instrumentos
volcánicos, el rumor era de que el buey salado hacía que se
encontrase el vino sin necesidad de velas, aunque estuviese
escondido en el fondo de un saco de carbón, enfundado
y reforzado con testera y pancera especialmente idóneos
para bien freír la rustina, que es cabeza de cordero. y así es
como dice el proverbio que da gusto ver vacas negras de
madera quemada cuando se goza de amores. Hice que
consultasen sobre esto a los señores clérigos, y como I
solución hallaron en «Frisesomorum« que no hay como
segar en verano en un sótano bien adornado de papel
y tinta, de plumas y cortaplumas de Lyón sobre el Ródano,
tarabín tarabás. Porque inmediatamente que un arnés huele
las aguas, el óxido se le come el hígado y no se hace otra
cosa más que negarse al tortícolis, floreteando la siesta. Por
esto resulta tan cara la sal.
»Señores, no creáis que cuando la dicha mujeruca enligó
el cucharón sopero para que el alguacil sargento pudiese
. dotar mejor al infante y la asadura de la morcilla tergiversa-
se por las bolsas de los usureros, no hubo nada mejor, para
guardarse de los caníbales, que coger un manojo de
cebollas, liado con trescientos nabos y un poco de mon-
dongo de ternera, de la clase mejor que tienen los alquimis-
el cucharón sopero para que el alguacil sargento pudiese
. dotar mejor al infante y la asadura de la morcilla tergiversa-
se por las bolsas de los usureros, no hubo nada mejor, para
guardarse de los caníbales, que coger un manojo de
cebollas, liado con trescientos nabos y un poco de mon-
dongo de ternera, de la clase mejor que tienen los alquimis-
404
tas, y juntar bien y calcinar las zapatillas, gordinflete,
gordinflón, con alguna salsa de rastrillo, y esconderse en
algún agujero de topos, salvando siempre los torreznos.
»Y si en el dado no quieren salir los ases y está apagado,
meted la dama en una esquina de la cama, triscadla,
turebula, la la, y bebed a ultranza, depisando grenoillibus,
con bellas polainas coturnales; será para los pajaritos
desplumado s qué se divierten jugando a la vela, en espera
de batir el metal y calentar la cera a los charlatanes de
cerveza inglesa.
meted la dama en una esquina de la cama, triscadla,
turebula, la la, y bebed a ultranza, depisando grenoillibus,
con bellas polainas coturnales; será para los pajaritos
desplumado s qué se divierten jugando a la vela, en espera
de batir el metal y calentar la cera a los charlatanes de
cerveza inglesa.
»Bien es verdad que los cuatro bueyes del pleito tenían
muy poca memoria; pero sabían muy bien la escala y no
temían a los patos de Saboya, y las buenas gentes de mi
tierra confiaban en ellos, diciendo: "Estos niños serán
grandes matemáticos; esto será para nosotros una rúbrica
de derecho." Nos podemos fallar en la caza del lobo,
cuando hacemos nuestros setos por encima del molino de
viento, del cual ya habló la parte contraria. Pero el gran
diablo nos tuvo envidia y puso a los alemanes de culo; ellos
gritaban: "Her, tringue, tringue" con sonido de casa,
porque no tiene sentido decir que en París, sobre el Petit
Pont, hay gallinas de paja, aunque tengan tanto plumero
como las abubillas, o que se sacrifiquen las verrugas al jugo
del arándano recién salido de las letras mayúsculas o cursi-
vas, a mí me da igual, con tal que la cabecera del libro no
engendre gusanos.
muy poca memoria; pero sabían muy bien la escala y no
temían a los patos de Saboya, y las buenas gentes de mi
tierra confiaban en ellos, diciendo: "Estos niños serán
grandes matemáticos; esto será para nosotros una rúbrica
de derecho." Nos podemos fallar en la caza del lobo,
cuando hacemos nuestros setos por encima del molino de
viento, del cual ya habló la parte contraria. Pero el gran
diablo nos tuvo envidia y puso a los alemanes de culo; ellos
gritaban: "Her, tringue, tringue" con sonido de casa,
porque no tiene sentido decir que en París, sobre el Petit
Pont, hay gallinas de paja, aunque tengan tanto plumero
como las abubillas, o que se sacrifiquen las verrugas al jugo
del arándano recién salido de las letras mayúsculas o cursi-
vas, a mí me da igual, con tal que la cabecera del libro no
engendre gusanos.
»Y puesto el caso de que en el aparejamiento de los
galgos los mamarrachos hubiesen cogido una cornada
antes de que el notario hubiese hecho su relación por arte
cabalístico, no resulta (salvo otra resolución de la corte)
que seis arapendes de prado de gran anchura hagan tres
fajes de fina ancla sin soplar en la jofaina, visto que en los
funerales del rey Carlos se podía conseguir en el mercado el
vellón por dos ases, se entiende por mi juramento, de lana.
galgos los mamarrachos hubiesen cogido una cornada
antes de que el notario hubiese hecho su relación por arte
cabalístico, no resulta (salvo otra resolución de la corte)
que seis arapendes de prado de gran anchura hagan tres
fajes de fina ancla sin soplar en la jofaina, visto que en los
funerales del rey Carlos se podía conseguir en el mercado el
vellón por dos ases, se entiende por mi juramento, de lana.
»Y veo que usualmente y en todas
las buenas cornamu-
sas que, cuando se va al engaño, dando tres vueltas de
sas que, cuando se va al engaño, dando tres vueltas de
405
escoba por
la chimenea, e insinuando su nominación, no se
hace más que vendar los riñones y
soplar el culo, si por
ventura está demasiado caliente y quille luy bille,
ventura está demasiado caliente y quille luy bille,
incontinenti las cartas leídas
las vacas fueron vendidas.
las vacas fueron vendidas.
» Y tal veredicto fue pronunciado por la martingala, el
año diecisiete, por el malgobernante de Louzefougerouse,
y espero que la corte lo tendrá en cuenta.
año diecisiete, por el malgobernante de Louzefougerouse,
y espero que la corte lo tendrá en cuenta.
»No vengo a decir que no se pueda equitativamente
desposeer con toda justicia a los que bebían agua bendita,
como se hace de un rescate de tejedor, con el cual se hacen
los supositorios a los que no se quieren resignar, sino que,
a buen juego, buen dinero.
desposeer con toda justicia a los que bebían agua bendita,
como se hace de un rescate de tejedor, con el cual se hacen
los supositorios a los que no se quieren resignar, sino que,
a buen juego, buen dinero.
»Tunc, señores, quid juris por minoribus? Porque la
usanza común de la ley sálica es tal que el primer fuelle que
afronta la vaca que desafina en pleno canto de música sin
marcar los puntos de los zapateros, debe en tiempo de ollas
sublimar la penuria de su miembro con musgo cogido
cuando se acaba la misa de medianoche, para beberse de un
trago esos vinos blancos de Anjou que cortan las piernas,
gollete a gollete, a la moda de Bretaña.
usanza común de la ley sálica es tal que el primer fuelle que
afronta la vaca que desafina en pleno canto de música sin
marcar los puntos de los zapateros, debe en tiempo de ollas
sublimar la penuria de su miembro con musgo cogido
cuando se acaba la misa de medianoche, para beberse de un
trago esos vinos blancos de Anjou que cortan las piernas,
gollete a gollete, a la moda de Bretaña.
»Concluyendo como antes dije, con costas, daños y perjuicios.
Habiendo terminado el señor de Humevesne, Pantagruel dijo al señor Baisecul:
- Amigo mío, ¿ queréis añadir algo?
A lo que contestó Baisecul:
A lo que contestó Baisecul:
- No, señor, pues no he dicho más que la verdad y, por
Dios, demos fin a nuestras diferencias, pues el estar aquí
nos ocasiona grandes gastos.
Dios, demos fin a nuestras diferencias, pues el estar aquí
nos ocasiona grandes gastos.
*Estos capítulos picantes y crujientes están ahí asentados por Rabelais y han hecho
correr
más tinta para explicar/os que Pantagruel entero; cada uno los ha interpretado a su gusto.
Todos tienen razón, porque ninguno la tiene, pero [es tan divertido argumentar con lo que no
pasa! Por mucho que se empeñen, es una bella burla de Rabelais, y así todos contentos, cada
uno empecinado en su clave, y Rabelais (Pantagruel) serio y triste ante la majadería humana. (El traductor.)
más tinta para explicar/os que Pantagruel entero; cada uno los ha interpretado a su gusto.
Todos tienen razón, porque ninguno la tiene, pero [es tan divertido argumentar con lo que no
pasa! Por mucho que se empeñen, es una bella burla de Rabelais, y así todos contentos, cada
uno empecinado en su clave, y Rabelais (Pantagruel) serio y triste ante la majadería humana. (El traductor.)
406
CAPITULO TRECE
DE COMO PANTAGRUEL SENTENCIO EN EL PLEITO DE LOS DOS SEÑORES
Levantóse Pantagruel y, reuniendo a todos los presiden-
tes, consejeros y doctores allí presentes, les dijo:
tes, consejeros y doctores allí presentes, les dijo:
- Ea, pues, señores, habéis oído vive vocis oraculo el
litigio. ¿Qué os parece? Esta es la cuestión que quiero me
aclaréis con vuestra tan pregonada ciencia, por vuestras
mismas mercedes.
litigio. ¿Qué os parece? Esta es la cuestión que quiero me
aclaréis con vuestra tan pregonada ciencia, por vuestras
mismas mercedes.
Contestaron:
+En verdad que lo hemos oído, pero, ¡por el diablo!,
que no
hemos entendido de qué se trata. Por lo que os roga-
mos una voce y suplicamos por favor que os dignéis pro-
nunciar la sentencia que os parezca y ex nunc prout ex tund
y la confirmaremos y ratificaremos de buen grado.
mos una voce y suplicamos por favor que os dignéis pro-
nunciar la sentencia que os parezca y ex nunc prout ex tund
y la confirmaremos y ratificaremos de buen grado.
+Pues bien, señores -dijo Pantagruel-, ya que así os
place, así lo haré. Mas no me parece el caso tan difícil como
a sus mercedes. Vuestro escrito Catón, la ley Frater, la ley
Callus, la ley Quinque pedum, la ley Vinum, la ley Si
dominus, la ley Mater, la ley Mulier bona, la ley Si quis, la
ley Pomponius, la ley Fundi, la ley Emptor, la ley Pretor, la
ley Venditor y tantas otras, son, en mi opinión, mucho más
difíciles.*
place, así lo haré. Mas no me parece el caso tan difícil como
a sus mercedes. Vuestro escrito Catón, la ley Frater, la ley
Callus, la ley Quinque pedum, la ley Vinum, la ley Si
dominus, la ley Mater, la ley Mulier bona, la ley Si quis, la
ley Pomponius, la ley Fundi, la ley Emptor, la ley Pretor, la
ley Venditor y tantas otras, son, en mi opinión, mucho más
difíciles.*
* Por oráculo de viva voz, lo que ya indica a las claras que es todo un oráculo o una
relación hecha con doble sentido. Si no os cansa, leedla con calma lo que fuere preciso
a vuestras molleras, y daréis, os lo aseguro, con el verdadero sentido, pero cuidado con daros
por satisfechos o tirar al suelo el libro, como una majadería, pues seríais de la misma calaña
que los doctores y consejeros allí reunidos para dar su juicio a Pantagruel.
relación hecha con doble sentido. Si no os cansa, leedla con calma lo que fuere preciso
a vuestras molleras, y daréis, os lo aseguro, con el verdadero sentido, pero cuidado con daros
por satisfechos o tirar al suelo el libro, como una majadería, pues seríais de la misma calaña
que los doctores y consejeros allí reunidos para dar su juicio a Pantagruel.
* Ahora como entonces.
* Casi todas las leyes que cita son auténticas aunque mezcladas con sarcasmos más o menos grotescos y groseros.
407
407
Dicho esto, dio una o dos
vueltas por la sala, pensando
tan profundamente, que se le oía relinchar como un burro
al que se le ha cinchado demasiado fuerte; pensaba que
había que hacer justicia a cada uno de ellos sin favorecer
a nadie; volvió a sentarse y empezó su discurso tal y como
sigue:
al que se le ha cinchado demasiado fuerte; pensaba que
había que hacer justicia a cada uno de ellos sin favorecer
a nadie; volvió a sentarse y empezó su discurso tal y como
sigue:
- Visto y oído y bien sopesado el litigio entre los señores
Baisecul y Humevesne, dicta la Corte:
Baisecul y Humevesne, dicta la Corte:
»Que considerada la horripilación de la murciélago que
declina con bravura del solsticio estival para cortejar los
globos hinchados que hicieron mate al peón por las viriles
vejaciones de los lucífugos que están en la región que rodea
Rhomes de un fanático a caballo, tensando una ballesta con
los riñones, el demandante hizo muy bien en calafatear el
galón que la buena mujer hinchaba, un pie calzado y el otro
desnudo, reembolsando bajo y tieso, en su conciencia, de
tantas bagatelas como pelos hay en dieciocho vacas y otras
tantas para el bordador.
declina con bravura del solsticio estival para cortejar los
globos hinchados que hicieron mate al peón por las viriles
vejaciones de los lucífugos que están en la región que rodea
Rhomes de un fanático a caballo, tensando una ballesta con
los riñones, el demandante hizo muy bien en calafatear el
galón que la buena mujer hinchaba, un pie calzado y el otro
desnudo, reembolsando bajo y tieso, en su conciencia, de
tantas bagatelas como pelos hay en dieciocho vacas y otras
tantas para el bordador.
»Igualmente es declarado
inocente del caso privilegiado
de las basuras cuando se pensaba que había incurrido en lo
que no podía agradablemente ciscarse, por la decisión de
un par de guantes, perfumados de pedorretas de candela de
nuez, como se usa en su región de Mirebaloys, soltando la
bolina con las balas de cañón de bronce, con las cuales los
marmitones preparaban y guisaban sus legumbres picadas
del Loira a todas las campanillas de esparavanes hechas con
puntos de Hungría, que su cuñado llevaba memorialmente
en un cesto limítrofe, bordado con hocicos de tres cabríos
cansados de examinar minuciosamente la perra angular de
la cual se saca el papagayo vermiforme con el escobón.
de las basuras cuando se pensaba que había incurrido en lo
que no podía agradablemente ciscarse, por la decisión de
un par de guantes, perfumados de pedorretas de candela de
nuez, como se usa en su región de Mirebaloys, soltando la
bolina con las balas de cañón de bronce, con las cuales los
marmitones preparaban y guisaban sus legumbres picadas
del Loira a todas las campanillas de esparavanes hechas con
puntos de Hungría, que su cuñado llevaba memorialmente
en un cesto limítrofe, bordado con hocicos de tres cabríos
cansados de examinar minuciosamente la perra angular de
la cual se saca el papagayo vermiforme con el escobón.
408
»Mas en lo que se refiere al defensor, visto que fue
remendón, comedor de quesos y embalsamador, que ba-
lanceándose no fue veraz como bien rebatió dicho defen-
remendón, comedor de quesos y embalsamador, que ba-
lanceándose no fue veraz como bien rebatió dicho defen-
sor, la corte le condena a tres copazos de
leche cuajada con
cemento, prelorelitanteas y gayapiseas, como es costumbre
en el país hacía dicho defensor, pagaderas a medio agosto
en mayo.
cemento, prelorelitanteas y gayapiseas, como es costumbre
en el país hacía dicho defensor, pagaderas a medio agosto
en mayo.
»Pero el defensor deberá abastecer de heno y
estopas
para el pasto de los cazatrampas guturales, embrollados de
encapuchados, bien estudiados de ruedecitas.
para el pasto de los cazatrampas guturales, embrollados de
encapuchados, bien estudiados de ruedecitas.
»Y ahora, tan amigos
como antes, sin resentimiento
y con razón.
Pronunciada la sentencia, las dos partes se fueron muy
contentas del juicio, lo que fue cosa casi increíble: pues no
había ocurrido desde la época de las grandes lluvias y no
ocurrirá-hasta el trece jubileo anual, que dos partes conten-
dientes en juicio contradictorio queden igualmente satisfe-
chas con el veredicto.
contentas del juicio, lo que fue cosa casi increíble: pues no
había ocurrido desde la época de las grandes lluvias y no
ocurrirá-hasta el trece jubileo anual, que dos partes conten-
dientes en juicio contradictorio queden igualmente satisfe-
chas con el veredicto.
A la vista de los consejeros y doctores allí presentes se
desmayaron, y así estuvieron durante tres horas, extasiados
de admiración por la prudencia de Pantagruel, que consi-
deraban más que humana, pues veían claramente que había
fallado con justicia en asunto tan difícil como espinoso.
y aún seguirían arrebatados si no hubiesen traído mucho
vinagre yagua de rosas para devolverles el sentido y enten-
dimiento acostumbrado, por lo cual loado sea Dios.*
Siglo XV, ¡Por Dios!
¡Un poco de sentido común, por favor
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